Política

¿Imaginábamos esto?

Estamos viviendo una regresión histórica muy inquietante. La caída del muro de Berlín parecía anunciar el advenimiento de una nueva era luego de las asfixiantes décadas del socialismo real. Había un consenso, por lo menos en Occidente, de que la democracia liberal era el mejor sistema de gobierno en las naciones modernas y algunos pensadores proclamaron inclusive el “fin de la historia” al constatar, justamente, que los principios de la sociedad abierta –la soberanía del individuo, la libertad de expresión, el libre mercado, el imperio de la ley, la tolerancia y el respeto a las diferencias, entre otras características— eran aceptados universalmente en oposición al sectarismo ideológico.

La oleada democrática tuvo como protagonistas a personajes de la talla de Mijaíl Gorbachov, Lech Walesa y Nelson Mandela mientras que en nuestro subcontinente había terminado la dictadura de Pinochet y no gobernaban ya las antiguas juntas militares suramericanas. Sobrevivían las autocracias de siempre –Cuba y Corea del Norte— pero como una suerte de anomalía y sin que a nadie le viniera la idea de instaurar algún “socialismo de las postrimerías del siglo XX” como la entelequia que han impuesto ahora los sátrapas de Nicaragua y Venezuela. La mismísima República Popular China liberalizó su economía socialista de la mano de Deng Xiaoping y sacó a millones de ciudadanos de la pobreza extrema.

Poco a poco se fue ensombreciendo el horizonte, sin embargo, y el populismo –de derechas y de izquierdas— comenzó a mostrar sus garras, alimentado por el descontento de las clases populares. Llegaron al poder individuos absolutamente impresentables, nada dispuestos a guardar las formas de siempre de la política y ejerciendo, sin pudor alguno, modos de matón de barrio. En la galería figuran Recep Tayyip Erdogan, responsable del encarcelamiento de centenares de periodistas turcos y empeñado a combatir la secularización del Estado; los hermanos Kaczynski, gobernantes de Polonia y ostensibles representantes de la ultraderecha de Europa oriental junto con Viktor Orbán, el mandamás de Hungría; el propio Boris Johnson –menos nefario que los anteriormente mencionados, hay que decirlo— que se dedicaba, como periodista, a inventar historias y que en algún momento les pareció un sujeto gracioso a los votantes británicos (ya no, sus bonos van a la baja); y, finalmente, Donald Trump, un hombre que le ha hecho un daño enorme a la democracia de los Estados Unidos al propalar que hubo un gigantesco fraude en las pasadas elecciones presidenciales. Es el gran responsable, en su condición de mal perdedor, de la estremecedora deriva hacia el radicalismo sectario del Partido Republicano. Vladimir Putin ya estaba ahí, pero no imaginábamos que se atreviera a incendiar el planeta.

¿Qué más nos espera? ¿La invasión de Taiwán?

Román Revueltas Retes

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Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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