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Julio César Chávez II, ¿justicia o política?

¿Tan mal están las cosas, tan podrido está todo en este país, tan poderosas son las organizaciones criminales y tan abismal es la crisis de valores en nuestra sociedad que un destacado deportista –así sea que no alcance en manera alguna la suprema categoría de su señor padre— tiene tratos y arreglos con los delincuentes de los siniestros cárteles?

No será éste –el episodio que está protagonizando Julio César Chávez II al ser acusado, por las autoridades de los Estados Unidos, de oscuras complicidades con malhechores— el primer caso en que el deporte y la justicia chocan de frente.

No sobran los incidentes –después de todo, las disciplinas deportivas exigen un ejemplar rigor y un nivel de sacrificio personal que a primera vista parece completamente incompatible con la bajeza de quienes toman tramposos atajos para no afrontar las durezas de la vida— en que una celebridad haya decidido descender al bajo mundo, pero tampoco son tan raras las ocasiones en las que un futbolista, un boxeador o un atleta perpetraran muy groseras infracciones o flagrantes delitos mayores.

El más escabroso suceso lo protagonizó en su momento O.J. Simpson, jugador de futbol americano, acusado de asesinar a su ex mujer y al amigo de ella, absuelto luego de un extraño juicio en el que pudiéramos advertir, tal vez, la marca de una suerte de racismo al revés, o sea, una exoneración que procedió precisamente por tratarse de un individuo de raza negra, más allá de que el hombre haya contratado a un formidable equipo de abogados y de que su figura terminara por representar, justamente, a un grupo étnico segregado y avasallado por las injusticias.

Oscar Pistorius, un atleta paralímpico sudafricano, asesinó a su pareja, Reeva Steenkamp, pero pretextó siempre que le descerrajó cuatro balazos de manera accidental al confundirla con un asaltante en su domicilio. No estuvo el tipo demasiado tiempo en la cárcel porque, miren ustedes, el tema de matar mujeres, así de cruda como suene la frase, no parece merecer, en muchos casos, una pena demasiado severa.

Otros deportistas no han llegado ni lejanamente a esos extremos porque sus infracciones se han circunscrito al ámbito financiero –comisiones y prebendas saboreadas por aquí y por allá— pero los posibles malos pasos del hijo de uno de los más enormes boxeadores de la historia, si llegan a comprobarse de manera fehaciente los elementos de la acusación, parece un asunto muy serio.

No sabemos, por lo pronto, si esto es justicia o feroz política. En todo caso, es verdaderamente una pena, vaya que sí.


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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