De pronto, Checo Pérez ya no es el underdog, el segundón ninguneado por los muy racistas y clasistas operadores del Gran Circo —o, por lo menos, así era percibido por los mexicanos enfrascados en el ejercicio de su ancestral victimismo— sino que la prensa deportiva internacional le confiere inclusive los tamaños de un posible campeón. También algunos colegas y antiguos competidores han expresado abiertamente sus reconocimientos.
No había tenido parecido protagonismo el piloto jaliciense en momento alguno de su carrera. Y, no sabemos si los comentaristas que comienzan a hurgar en la personalidad del neerlandés se están desquitando —exasperados por la inelegancia del dúo Verstappen, padre e hijo— o si se creen de verdad que Pérez pueda arrebatarle la corona pero el hecho mismo de que hablen de la rivalidad directa que existe entre los dos competidores de la escudería muestra las alturas que ha alcanzado el segundo corredor de Red Bull.
El tema es que, en un deporte en el que la tecnología juega un papel absolutamente determinante, las cualidades personales y los talentos no siempre pueden brotar hasta la superficie. Verstappen es ciertamente un piloto excepcional pero, ¿es mejor, en esencia, que Lewis Hamilton o que el propio Fernando Alonso?
La misma pregunta la podríamos hacer a propósito de Checo. Conduce, en estos momentos, una máquina con la cual no pueden competir las demás escuderías. Pero, justamente, cuando Mercedes Gran Prix dominó de manera tan avasalladora la F1, Hamilton fue igualmente el rey de la jungla.
En las clasificaciones, Verstappen quedó sorprendentemente en el décimo lugar de la parrilla de salida para la carrera de hoy en Miami. Lo insólito es que cometió un error siendo que se le atribuyen al corredor unas capacidades de control casi sobrenaturales. Por el contrario, a quien se le supone cierta debilidad para resistir la presión (eso han dicho, una y otra vez, los detractores de Checo) le sonrió la fortuna —o, más bien, mostró que tiene con qué pelear— y arrancará hoy en la pole position.
Nada está dicho y la competición es muy larga. Pero, se han puesto muy, muy sabrosas las cosas.