Al alza: "Con la Universidad de Guadalajara (UdeG) y el Hospital Civil de Guadalajara como «ganones», debido a un aumento en sus presupuestos de 195 millones para la primera y 133 millones de pesos para la institución de salud, se aprobó en sesión de Pleno del Congreso... la iniciativa del presupuesto de Egresos 2016... Esta cifra supera a la aprobada el año pasado cuando el presupuesto fue de 87 mil 694 millones de pesos, es decir, 3.16 por ciento más se logra para el 2016" [MILENIO, 16/12/2015].
De los 195 millones que recibirá la UdeG, 90 millones [46 por ciento] son para el Centro Cultural Universitario. En total, se proyecta un presupuesto de 10 mil 460 millones de pesos. En principio, todo gasto social destinado a la educación pública debe considerarse como una buena inversión necesaria para el desarrollo y bienestar social. Seguramente se requiere mayor gasto social para la educación pública universitaria y, por supuesto, para todas aquellas actividades culturales, y para ello habrá que conocer el presupuesto de la futura Secretaria de Cultura, esperando que no se convierta en un elefante blanco burocrático para beneficio de unas cuantas capillitas de intelectuales y artistas tan proclives a recibir apoyos económicos del erario. Que la UdeG necesita un Centro Cultural Universitario es innegable por la importancia que representa un bastión de tal naturaleza para la propia comunidad universitaria y del pueblo jalisciense. La Universidad Nacional Autónoma de México [UNAM] cuenta con un centro cultural de magnifica factura arquitectónica y eventos pertinentes de buena calidad. Por supuesto, la Sala Netzahualcóyotl, auténtico recinto cultural, nunca se llamaría Carlos Slim, Telmex o Movistar, a diferencia del Auditorio Metropolitano Telmex, en el Centro Cultural de la UdeG. Si un rector de la UNAM se hubiera propuesto cambiar el nombre a la Sala Netzahualcóyotl para designarla con el nombre de una empresa telefónica o constructora, a este rector la propia comunidad universitaria lo hubiera echado a la calle de inmediato; aquí pesa una cultura política universitaria de la base estudiantil y académica democrática para mantener en alto el espíritu institucional ajeno al showbusiness.
En la UdeG el cacicazgo imperante puede hacer casi todo lo que le venga en gana para sus propios intereses y privilegios; corrupción e impunidad mediante. A pesar del enorme y creciente desprestigio e ilegitimidad dentro y fuera de la comunidad udegeísta este cacicazgo en apariencia es sólido, pero es débil al carecer de cualquier legitimidad. Tenemos una situación muy contradictoria y nuestra cultura política universitaria democrática es casi inexistente, incapaz de construir una alternativa, por el momento, para transformar a la institución. Este grupo de poder local se sostiene, a final de cuentas, por el respaldo de las corruptas estructuras de poder del Estado. Adolecemos de una cultura muy atrasada derivada de largas décadas de corporativismo autoritario y clientelar, cuyo sedimento ideológico y político viene haciendo estragos en esta institución.
La UdeG se ha convertido desde hace tiempo, especialmente desde hace casi tres décadas, en una especie de megaempresa con diversos negocios, algunos de los cuales se revisten de apariencia artística-cultural y uno de los ejemplos más conocidos son el Auditorio Telmex y el Teatro Diana, cuya mayoría de eventos no tienen nada que ver con actividades propiamente culturales universitarias sino con espectáculos comerciales para fines estrictamente lucrativos. El megaproyecto del Centro Cultural Universitario ha sido fondeado con mil 850 millones de pesos de dinero público. De esos, 330 fueron tomados directamente del erario universitario ¿Es válido tomar dinero de otros rubros para este megaproyecto de dudosa validez? ¿Por qué la administración central busca alojar desarrollos privados inmobiliarios, comerciales y hoteleros bajo el nombre de Centro Cultural Universitario? "Según la descripción que hace de su «proyecto más ambicioso», las zonas comerciales tendrán: Librerías, tiendas de diseño, restaurantes, cafeterías, gimnasio, tiendas departamentales y de novedades tecnológicas, bares, tiendas de souvenirs y autoservicio, juguetería, ciudad infantil y un cine con 20 salas de las que solo cuatro serán culturales. El área residencial ofrecerá 750 departamentos tipo loft de 90 a 200 metros cuadrados con estacionamiento propio y «espacios que elevarán la calidad de vida»; y 150 más con servicio de geriatría, comercio para los retirados y un hospital. La zona de oficinas «albergará desde profesionistas independientes hasta grandes corporativos. Pisos completos de 600 metros cuadrados divisibles, con acceso directo, elevador y estacionamiento propio». A todo esto se sumarán tres hoteles, uno de convenciones con 220 cuartos; un «aparta-hotel» con 120 más, que «impulsará el turismo cultural en la región», y un tercero boutique con 80 cuartos que «alojará a los protagonistas de los grandes eventos» [http://www.reporteindigo.com/reporte/guadalajara/la-inmobiliaria-universitaria].
La UdeG es la única universidad en el mundo con una empresa inmobiliaria aunque no tenga ninguna librería y ninguna orquesta sinfónica. Se le aumentan recursos financieros pero no se ven reflejados en el incremento de la matrícula escolar, pues hay decenas de miles de estudiantes rechazados, ni hay significativos aumentos salariales de sus trabajadores universitarios. Es urgente e imprescindible una verdadera auditoría para evitar y sancionar toda forma de corruptela en el manejo financiero. La orientación de la universidad hacia proyectos estratégicos lucrativos por encima de prioridades académicas la está hundiendo en una profunda crisis cuya única solución es un proceso democrático para una reforma universitaria. El concepto de cultura se torna bastardo porque persigue fines lucrativos ajenos a un ethos universitario donde se busca "dignitas hominis".