Dice el refrán que a oídos sordos palabras necias o como dice la experiencia hay que ser como la mosca que está “insiste e insiste”, más si el destinatario es algún político de esos que dicen que están cerca de la gente para escuchar sus peticiones, aunque obviamente no se comprometa a atenderlas.
Traigo a colación este asunto porque en el debate de los candidatos a presidentes municipales a Torreón, todos de manera directa o indirecta expresaron el ofrecimiento de atender a la ciudadanía; sin embargo, a la hora de las propuestas no hubo alguna que especificara cómo lo harían.
La realidad y complejidad de nuestro municipio exige para cumplir ese ofrecimiento de atender las necesidades reales de los ciudadanos, un proceso inteligente de descentralización de la administración municipal y ninguno de ellos lo presentó como propuesta.
Alguna vez un precandidato que por cierto ganó y llegó a la mayor posición, no se atrevió a hacerlo, entre otras cosas porque consideró que cada delegado se convertiría en automático en precandidato para sucederle complicando la sucesión y la operación tersa de la administración.
Solo vio lo aparentemente negativo y no lo positivo que sería ante ese posible panorama la exigencia para el presidente que tuviera cuatro o cinco delegados en el municipio de Torreón, tendría que ser más capaz e inteligente para mantener en orden y en acción productiva a sus delegados.
También olvidado por los candidatos es el urgente cumplimiento del Art. 115 Constitucional cuando menos en dos rubros en alto beneficio de los ciudadanos más necesitados económicamente hablando.
La apremiante necesidad de abrir mercados municipales que ofrezcan mercancías más baratas, además de generar oportunidades a los ciudadanos de clase media u otras cercana a iniciar negocios propios.
Otra tarea descuidada y pendiente, es abrir cuando menos dos nuevos cementerios municipales, que eviten a los deudos contratar servicios que mínimo cuestan 50 mil pesos, muy onerosos para las clases desvalidas económicamente.
Y fundamental para la prevención del delito y elevar la civilidad de las nuevas generaciones, es otorgar un alto presupuesto en materia de cultura e instrumentar la creación de planes y programas de estudio en todas las áreas de la cultura; dejar de improvisar en la carencia.