Política

2021

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El futuro próximo de México se ve negro, muy negro. Curiosamente, el futuro de la 4T, aunque tampoco se ve boyante, no necesariamente está ligado a la suerte del país. Allí tenemos muchos ejemplos en América Latina donde la situación es terrible y, sin embargo, sus gobiernos, por diversas razones, han aguantado. Cuba, Nicaragua, Venezuela, son los mejores ejemplos de esto. Sea porque son cuasi-dictaduras, donde las fuerzas armadas son parte del poder y no permiten un cambio a través de las urnas, sea porque el clientelismo, aunado y producto de la pobreza y la ignorancia, sigue siendo el mecanismo político-electoral para controlar los gobiernos, sea porque ha desaparecido toda posibilidad de contrapesos desde otros poderes o desde la sociedad civil, incluida la prensa libre. En suma, que el país puede estar en un proceso de total descomposición (cosa que admiten tirios y troyanos, aunque echándose mutuamente la culpa), pero una casta política, a la cual se le unen todo tipo de rémoras y parásitos, puede sobrevivir, incluso pasándola no tan mal, aprovechando privilegios, sobornos disfrazados, alimentando la corrupción, pero con nuevas clientelas o reciclando la podredumbre de siempre. Todo ello, gracias a una nueva ideología, que justifica el estado de cosas y que sustituye la realidad con una nueva esperanza del cambio.

La gente no tiene mucho para dónde hacerse. A pesar de las promesas de cambio y de empoderamiento, lo cierto es que la situación del país ha mejorado muy poco y, recientemente, ha empeorado. Al gobierno de la triste y mal llamada 4T se le acusa de populista, y lo es. Pero, haciendo un poco de memoria, deberíamos de recordar que no es esta la primera vez que los mexicanos se inclinan por un gobierno populista. El primero en ensayar esta fórmula fue Vicente Fox. Se apoderó de un partido para llegar a la presidencia, prometiéndole a cada auditorio lo que cada quien quería escuchar. Su gobierno, como el actual, estuvo lleno de ocurrencias y de señalamientos de corrupción, como el actual. No cambió nada. Intervino, en el límite de la legalidad, para combatir a uno de los contendientes a la presidencia. Luego, ese mismo que sacó al PRI de la presidencia, terminó apoyándolo años después. Y los candidatos populistas, ocurrentes, dicharacheros, sin programa ni idea, más que combatir al “establishment” comenzaron a brotar por todos lados y en todos los partidos. Municipios y gubernaturas se llenaron de candidatos y funcionarios que no tenían la menor noción de lo que es gobernar, pero cumplían con la expectativa de la gente (véase Cuauhtémoc Blanco), harta de la descomposición. Y así llegamos a 2018, cuando, otra vez, el pueblo mexicano llevó al gobierno, y no solo a nivel federal, a una nueva camada de aventureros, pero ahora sí con todas las características del populismo más antidemocrático. Así que 2021 suena como el posible momento para un corrector, que permita opciones más sensatas. Pero en medio se atraviesan dos obstáculos: la ambición de los que llegaron y que se querrán eternizar en el poder, porque ya disfrutaron de sus mieles y la desesperación-esperanzada de un pueblo que ya no ve lo duro, sino lo tupido.

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Roberto Blancarte
  • Roberto Blancarte
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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