Política

Dilemas éticos

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La pandemia del coronavirus nos está poniendo frente a muchos dilemas éticos, que no ofrecen soluciones fáciles. De paso, nos permite entender por qué la idea de una “Constitución ética” era un absurdo, en la medida que no hay respuestas únicas e inamovibles a los problemas que surgen cada día en nuestras sociedades. El primer gran dilema ético que se nos presentó con la pandemia es: ¿qué hacemos cuando surge una epidemia en un país aparentemente lejano?, ¿nos solidarizamos y le ayudamos en todo lo posible manteniendo fronteras abiertas?, ¿o nos encerramos para protegernos? Ese dilema, como ya lo vimos, era hasta cierto punto inexistente, porque el mundo está globalizado y es prácticamente imposible contener una epidemia, sobre todo con la capacidad de contagio que tiene ésta. La solución, que parecía fácil, no está siendo más que tardíamente aprendida: lo que le pase a China nos va a pasar a todos. Así que la solidaridad es la única respuesta. Sin embargo, en los hechos la reacción ha sido inicialmente distinta: con el brote descomunal en Italia, la tendencia de los otros países europeos fue cerrarse para evitar el contagio. Luego vino otra reacción que entendió que Europa debe estar unida para enfrentar la pandemia.

El segundo dilema ético que surgió, una vez que explotó la pandemia, fue: ¿si los sistemas de salud se ven superados (por ejemplo, por escasez de ventiladores), a quiénes se atiende prioritariamente? ¿A los viejos que son la población más vulnerable? ¿O le damos prioridad a los jóvenes, para salvar fuerza de trabajo? Es un dilema que nuestro sistema de salud enfrenta a diario. Con recursos escasos ¿a quiénes atender prioritariamente? ¿A los que tienen cáncer o a los que tienen diabetes? Tercer dilema que todos los países tienen enfrente: ¿Salvamos la economía o salvamos vidas? La mayor parte de los gobiernos, incluido el nuestro, se resistió hasta el último minuto a cerrar o disminuir la actividad económica. Hubo políticos y empresarios que abogaron incluso para que todo siguiera abierto. Pero eso significaba sacrificar muchas vidas. Algunos se prepararon mejor que otros para lo inevitable y las respuestas a la ineludible recesión han sido distintas. Los mejores gobiernos han tratado de paliar las duras consecuencias para la gente, con apoyos a las empresas, para que a su vez mantengan los sueldos de los trabajadores, aunque sea parcialmente, o directamente a la gente que no tiene un trabajo fijo o lo hace por su cuenta. Como se puede observar, en todos estos casos los dilemas no siempre requieren respuestas únicas o absolutas. Tan moral o ético es una solución como otra. Uno se puede preguntar, por ejemplo, si el comportamiento del presidente López Obrador ha sido ético. Yo diría que desde su lógica sí, porque quizás trató de distraer la atención sobre el problema para no causar pánico y evitó hasta el último las medidas de restricción para que la economía no se cayera en la medida de lo posible. Pero, para otros, su ligereza que raya en la indolencia, impreparación, ausencia de liderazgo y falta de capacidad para enfrentar el problema, ha sido simplemente inmoral.

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Roberto Blancarte
  • Roberto Blancarte
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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