Mi casa de niña quedaba muy cerca de las pedreras, apenas cruzando el río Santa Catarina; saliendo de la reja y volteando rumbo a Monterrey lo primero que veíamos era el maravilloso Cerro de las Mitras con una pequeña cueva, digamos una carie, en su parte media. Al pasar los años esa oquedad fue comiéndose las paredes, mutilando la roca que los siglos habían dejado en paz hasta que el fundador Alberto del Canto, o eso dice la voz popular, la bautizó por su semejanza con el sombrero de un obispo y descubrió allí un pequeño yacimiento de plata que dio luz a las minas de San Antonio.
El daño verdadero no comenzó hasta después de enero de 1982, cuando las calizas del Topo Chico fueron clausuradas por contaminantes y la industria cementera y de construcción hincó sus dientes en Las Mitras, acelerando la pérdida del monumento y regalándonos a quienes vivíamos a su derredor una finísima y perenne capa de polvo blanco sobre nuestras casas y pertenencias. Los asentamientos habitacionales que comenzaron a brotar a las faldas del cerro, de naturaleza popular, hicieron que la Secretaría de Desarrollo Urbano estableciera en 1995 franjas de seguridad o amortiguamiento entre las incipientes casas y los trabajos de extracción de la caliza, que no pocas veces requería de sonoras cargas de dinamita. Al menos hasta antier cuando, a tres semanas de dejar el cargo, supimos que desde agosto la administración de Jaime Rodríguez tumbó las disposiciones del 95 con la intención de permitir nuevos fraccionamientos. ¿La justificación del secretario de Desarrollo, Manuel Vital? Pues que ahora ya no es igual que antes, que ya hay leyes y reglamentos que limitan los polvos y que no pasa nada.
Qué curiosidad, porque Rodríguez abrió su administración clausurando las pedreras por contaminantes, y de acuerdo a datos del mismo estado (Programa de Gestión para Mejorar la Calidad del Aire del Estado de Nuevo León, PRO AIRE 2016-2025), éstas son la segunda causa de contaminación en Monterrey, solo después de la refinería de Cadereyta. También es un hecho que la capital norteña es hoy la ciudad más contaminada de México, y una de las peores en calidad de aire de Latinoamérica.
Pero, total, al cabo ya se van.
Roberta Garza
@robertayque