Llegan datos preocupantes desde los países donde se han aplicado las vacunas Sinovac y Cansino, que en México se han usado —sobre todo la segunda— para inocular principalmente a los maestros.
Cansino, de fácil transporte, rápida producción, una sola dosis y sin requerir altísimas temperaturas, se vendió como el producto perfecto para el tercer mundo; en México se compraron 35 millones de dosis, junto a otros 20 millones de Sinovac, y la comenzaron a aplicar en fast track, con datos parciales. Los problemas surgieron al poco tiempo de usarse en poblaciones reales, es decir, no en grupos de prueba sino entre la ciudadanía en general: nuestro Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición pronto avisó que la inmunidad ganada con esa marca, que de por sí es mediana —cerca de 65-70 por ciento de efectividad contra contagio y, al menos, 90 por ciento contra síntomas graves y muerte, pero China se ha negado a soltar el dato fino de sus pruebas de fase final y ha sido imposible corroborar independientemente estas cifras. Sinovac está aún peor: su efectividad se tasa en 50.4 por ciento, apenas décimas arriba de lo requerido para considerarse tratamiento viable—, comenzaba a descender a los seis meses, recomendando que todos los vacunados se pusieran una dosis adicional al transcurrir ese tiempo. De decidir el gobierno mexicano acatar la recomendación —sin indicio alguno de que lo hará—, esas 35 millones de dosis quedarían en 17.5 reales.
Seychelles fue otro de los países que optaron por Sinovac, vacunando aceleradamente a su pequeña población; pronto cubrieron casi a 70 por ciento de sus ciudadanos, y todo era miel sobre hojuelas hasta el mes pasado, cuando comenzó una ola de contagios donde casi la tercera parte de los nuevos positivos había recibido ya su dosis. Lo mismo sucedió en los demás sitios donde se optó mayoritariamente por el producto chino: en Bahréin la mayoría de los nuevos hospitalizados estaban vacunados, igual que en Mongolia, Pakistán y Chile.
Un solo país, fuera de China, está envasando la vacuna de Cansino que ya nadie quiere: México. Con bombo y platillo anunció Ebrard hace unos meses que ya merito seríamos autosuficientes, que ya estaban distribuyéndose frasquitos desde la compañía Drugmex, domiciliada en Querétaro, a pesar de que la signataria en el contrato es Latam Pharma, que en realidad solo sirvió de intermediaria entre ambos países. Como México ha clasificado como confidenciales las cifras de precios y negociaciones alrededor de todas sus vacunas, no sabemos a cuánto compró éstas ni cuánto nos cuesta envasarlas en casa. Haya sido como haya sido, nuestro Presidente le agradeció sentidamente al gobierno chino y a su embajador en México, Zhu Qingqiao, por los favores recibidos.
Gatell ya cerró sus conferencias con mariachi y todo, aunque a la fecha hayamos inoculado menos de 15 por ciento de la población, buena parte con Cansino y Sinovac, y que en el país la variante delta, que es cuando menos un 65 por ciento más contagiosa que las existentes, encabece con fuerza el nuevo repunte.
Agárrense de sus cubrebocas.
Roberta Garza
@robertayque