Porque Isabel Miranda de Wallace convirtió el presunto secuestro de su hijo en un tema de interés nacional es que ahora será resuelto por el máximo tribunal del país. Aunque ahora reviente de enojo, ella es la principal responsable de esta atracción.
El día de ayer la Primera Sala de la Corte atrajo el caso Wallace porque cuatro de sus cinco integrantes consideraron que tiene elementos relevantes para orientar en el futuro los criterios de la impartición de justicia.
He tenido oportunidad de aproximarme a la lectura de ese expediente, de más de 70 mil páginas, y vaya que las y los ministros van a encontrar en él muchas sorpresas: violaciones graves a los derechos humanos, abusos reiterados de autoridad, fabricación de pruebas ilícitas, tortura y un largo etcétera relativo a un caso que, casi en su totalidad, fue inventado.
La valoración de este expediente tomará tiempo, entre seis meses y un año. Y volverá a despertar debates acalorados, acaso polarizantes, porque Isabel Miranda, además de presentarse como supuesta víctima, ha sido ideóloga de un sector de la población fascinado con la mano dura.
Esa polarización encontrará obviamente representantes dentro de la Primera Sala. El que cuatro de sus integrantes hayan atraído el caso no implica que lo hayan hecho por los mismos motivos.
De ahí que vaya a jugar un papel clave la persona que se encargue de redactar el proyecto de resolución.
Hoy sabemos que la ministra Margarita Ríos Farjat, quien con coraje propuso la atracción, no podrá ser ponente porque, según las reglas de la Corte, quien propone está impedido para serlo. Tampoco podrá serlo el ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo, porque él votó en contra de la atracción.
No debería tampoco asumir ese papel la ministra Norma Piña, porque en su oficina tiene como mano derecha al cuñado de Isabel Miranda, Abraham Pedraza.
Así que esa responsabilidad terminará recayendo en Juan Luis González Alcántara, o bien, en Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena.
Zoom: una coincidencia inesperada hizo que ambos ponentes potenciales sean al mismo tiempo aspirantes a sustituir al ministro Arturo Zaldívar a la cabeza de la Corte. El papel que desempeñen en este caso terminará sin duda impactando su futuro próximo.
Ricardo Raphael@ricardomraphael