Afirman Alfonso Durazo y Mario Delgado que la dirigencia de Morena ha actuado de manera imparcial respecto del proceso político sucesorio.
Ayer Marcelo Ebrard les dijo que eso es falso. Ya antes la inequidad de la contienda había sido señalada por Gerardo Fernández Noroña y Ricardo Monreal, pero ninguno había adjudicado responsabilidad directa sobre la dirigencia morenista por haberse convertido en un cómplice silente del piso disparejo.
Sorprende que Ebrard se haya tardado tanto en denunciar —con la contundencia pública con que lo hizo ayer— los dados tan tremendamente cargados del juego.
Todo se puede ocultar en esta vida menos el dinero. Solamente una de los seis aspirantes ha tenido recursos para celebrar, durante más de seis meses, varias decenas de concentraciones multitudinarias.
¿De dónde viene el dinero para los eventos masivos, para pintar en proporción incalculable las bardas del país, para movilizar operadores territoriales en todos los rincones?
Argumentar que se trata de aportaciones de la militancia es pedir demasiada ingenuidad.
La lógica indica que dineros públicos han sido desviados con propósitos inconfesables, sobre todo para una fuerza política cuya principal bandera es la lucha contra la corrupción.
“Suspendan inmediatamente lo que están haciendo (…) porque sí lo están haciendo”, sentenció el ex canciller. “Permitan que la ciudadanía elija libremente porque si no (esto) va a ser un desastre”, amenazó también.
Corren ya las versiones maliciosas que presuponen la renuncia de Ebrard a Morena para presentarse como candidato presidencial por otro partido.
No es eso lo que dijo ayer este aspirante. Lo que propuso es una suerte de veda para que, en las próximas semanas, los gobiernos, sus recursos y sus funcionarios dejen de meter las manos donde jamás debieron haberlas puesto.
Ebrard está pidiendo que, al menos durante los días en que van a levantarse las encuestas, sus adversarios le paren a tanto cochinero. También exigió que la dirigencia de Morena deje de negar lo obvio y actúe como el árbitro y la autoridad que debería ser.
Zoom: para el presidente Andrés Manuel López Obrador hubo también un mensaje. Hay una secretaría en concreto, la del Bienestar, que está jugando chueco. Ya veremos cómo reacciona el mandatario.