Tenemos tasas de inflación muy altas ahora, y claramente podremos estar en un mundo donde la psicología de la inflación puede afianzarse”, dijo Philip Lane, economista en jefe del Banco Central Europeo en una cena de la Sociedad Británica de Economistas Profesionales.
La psicología de la inflación es un fenómeno que se presenta en los consumidores y las empresas cuando ajustan sus hábitos previendo precios más altos. En otras palabras, pensando que mañana puede estar más caro algo, lo compramos hoy.
La primera quincena de junio la inflación se ubicó en 7.88 por ciento, el Banxico pronostica que el tercer trimestre llegue a 8.1 y que cierre el año en 7.5 por ciento. Durante 2023 cederá y en 2024 regresará al rango objetivo de 3 por ciento.
“Hay tres fenómenos que afectan la inflación: el monetario, el estructural y el de las expectativas o psicológico. En México, hasta el momento, se dan los primeros dos, todavía no un problema de expectativas o psicológico”, me dijo Juan Luis Ordaz, director de Educación Financiera de Citibanamex.
Hay inflación alta en el mundo, pero además del efecto externo, en la de México también se refleja lo local: la producción y la inversión no son suficientes. No solo es culpa del conflicto en Ucrania, necesitamos incrementar la inversión y la productividad. Como eso no se logra en inmediato, es relevante cuidar el tercer fenómeno dentro de la ecuación de la inflación: el psicológico. “Este efecto de FOMO (fear of missing out, miedo a perderse de algo) lo vimos al inicio de la pandemia: las personas anticiparon el consumo de ciertos productos y cuando esto se hace de forma generalizada, se impacta a los mercados, suben la demanda y los precios”.
El dinero no rinde igual y nuestra preocupación es real, pero adelantar las compras no necesariamente es cuidar el dinero. “Para proteger el dinero”, me dijo Juan Luis, “lo primero es analizar el consumo, este debe ser responsable y realista, debe ser acorde a mis ingresos y nunca por encima de ellos”.
El primer paso para cuidar de nuestro dinero es lo contrario a lo percibimos que puede mitigar la inflación: controlar nuestro gasto, no comprar lo que quizá esté más caro pronto.
La mente, las emociones y los sentimientos juegan un rol en la forma que abordamos los temas financieros y las decisiones con nuestro dinero.
Sabemos que un litro de leche cuesta 10 por ciento más que hace un año. La inflación nos toca a todos, somos sensibles a ella y nos genera preocupación y estrés. Nos falta asumir esas emociones, tomarlas en cuenta al hablar de dinero, al planear nuestros gastos y al decidir por qué quieres comprar dos litros de aceite vegetal cuando solo necesitas uno.
Regina Reyes-Heroles C.
@vivircomoreina