Llegaron de nuevo los descuentos y tenemos siete días para comprar. Nos dijeron que consumamos para reactivar la economía, pero solo lo necesario. Lo otro, lo superfluo, no es aceptable. Entonces, ¿compramos o mejor no?, y ¿qué podemos comprar?
Una lavadora de ropa, porque se tronó el motor de la anterior, ¿es gasto superfluo? Unas botellas de vino mexicano para celebrar con la familia que sobrevivimos al covid, ¿es necesario? Un viaje, un auto, unos calcetines o un colchón. ¿Qué es un lujo barato?
Quiero pensar que al calificar los gastos en la mañanera, se buscaba encaminar a los consumidores hacia la toma de decisiones informada. Eso sí necesitamos.
No ha sido un año fácil, el contexto en el que nos alcanza el Buen Fin no es ordinario. Se espera que si compramos lo básico/fundamental/indispensable en los más de 100 mil comercios aliados, la derrama rebase 239 mil millones de pesos, según Concanaco Servytur.
Entre rebajas y meses sin intereses está el deseo de la recuperación, pero se asoma la inflación: 6.24% a octubre. Llevamos meses resintiendo que todo cuesta más y alcanza para menos, pero viene la temporada de más gastos con celebraciones que se acompañan con el aguinaldo. La decisión de comprar es compleja.
Si pensamos en la economía del país, mover el dinero permitirá un impulso estacional que puede ayudar. Eso haremos, pues nueve de cada 10 mexicanos piensan comprar, según Kantar y más que el año pasado.
Pero, si pensamos en la economía personal y familiar, comprar y endeudarse bajo la sombra amenazadora de lo vivido los últimos 19 meses puede desestabilizarnos de nuevo.
La disyuntiva de gastar es emocional, no solo implica sumas y restas en un presupuesto, y el elemento emocional es igual de válido. Calificar los gastos de otros es un tema sensible.
Nadie puede determinar si el regalo que damos a un tío es un gasto superfluo, porque no saben si el tío nos prestó dinero cuando nos urgía.
Si la decisión de consumir es personal —solo uno sabe si debe usar la tarjeta o dejar el ahorro en paz—, entonces la decisión de qué comprar es íntima.
Mi invitación, querido lector, durante el Buen Fin, es a reflexionar nuestras decisiones como consumidores. Pensemos por qué, cómo y en qué gastamos. Tomemos decisiones conscientes e informadas y dejemos de juzgar los gastos de los demás; si no nos deben, no nos debe importar.
Regina Reyes- Heroles C.
@vivircomoreina