Luego de la jornada electoral, el Presidente Andrés Manuel López Obrador enfoca ahora su ataque a la clase media. Esa clase media que trabaja y se esfuerza todos los días por salir adelante, a pesar de la crisis económica y de inseguridad, que aspira siempre a ser mejores personas, que se supera y antepone el interés de la educación de sus hijos, que comparte valores. Una clase media que lee, se prepara, impulsa cambios, que tiene criterio propio, no se deja manipular y defiende sus derechos y libertades.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEG), el 47 por ciento de los hogares en zonas urbanas y el 26 por ciento de las zonas rurales del país pertenecemos a esa clase media pujante. Más de 44 millones de clasemedieros.
Y para poder identificarla tiene algunos parámetros como tener un asalariado en casa, que el jefe de familia tenga Educación Media Superior, que cuente con computadora en casa, pueda gastar trimestralmente hasta 4 mil 300 pesos en comidas fuera de casa o que tenga tarjeta de crédito y le abone mil 600 pesos mensuales.
Es a esa clase media que hoy el Presidente insulta, ofende por no votar por su proyecto de nación y que lo tiene muy contrariado, especialmente por el voto en contra de Morena en las zonas urbanas de Monterrey, Guadalajara, Puebla y en la Ciudad de México, donde perdió en 10 de las 16 alcaldías de la gran capital del país.
Les llama individualistas, que le dan la espalda al prójimo, que sin escrúpulos buscan tener más, que son aspiracionistas, que son partidarios de la corrupción, del dicho “el que no tranza no avanza”. Nada más falso.
Cuánta miopía y prejuicios tiene el Presidente con diferentes sectores de la población. Una visión maniqueísta y distorsionada que sigue dividiendo al país, porque así le conviene políticamente. _
Raúl Frías
@RaulFriasLucio
