He recordado que cuando en la casa de mi infancia la vida se imponía con sus cambios y sus modas, algo ardía como los trebejos en un sótano. A mi padre le tocó vivir algo incomprensible para él, no para mi madre, que las mujeres buscarán su vida amorosa y sus deseos en libertad y sin condición alguna, que los jóvenes hombres buscarán a otros hombres y las mujeres, si les daba la gana, se enamorarán de otras mujeres. Les costó un trabajo enorme, sobre todo a mi papá, que quiso imponerse hasta que rindió la plaza. Entonces cuando su derrota era definitiva y los vientos de los nuevos tiempos se imponían, decía no sin cierto aire sobreactuado: “Qué bueno que ya me voy”, aludiendo a su deseable desaparición del mundo.
No me lo van a creer, pero en estos días hay asuntos que me llevan a esa frase melodramática de mi padre. No entiendo las nuevas sexualidades, en el caso de que lo sean. Me explico: no las condeno, pero no las comprendo: binarios, no binarios, pansexuales, asexuales y mil más. Sigo pensando que cada quien debe hacer de sus partes un papalote siempre y cuando no incurra en un delito, pero como dice un amigo: todo es muy raro, caracho.
Cuando éramos jóvenes, la izquierda defendía valores universales, como por ejemplo éste: las mujeres y los hombres son iguales y hay que hacer todo lo necesario para que así sea en la vida pública y privada. Ahora hay tal variedad de feminismos que prefiero guardar silencios, en plural.
Leí que un grupo más o menos numeroso de alemanes se manifestó en las calles para exigir el derecho a ser percibidos como perros. Como no soy teórico de las multitudes y experto en perceptividad, o como se diga, creo que estos manifestantes son más bien unos simuladores.
Esperen: Toco es un ciudadano japonés que se mandó hacer un disfraz muy bien hecho de perro, se metió en él y dice que él es perro. Usted lo ve y tiene enfrente un perro. Al parecer alguien que se percibe como su esposa lo lleva en un carrito. Los japoneses lo acarician como a un gran perro, o perra. Si lo ve usted es un auténtico border collie.
Toco dice que su sueño se ha hecho realidad: ser perro. Puedo decir que es la hora del manicomio, pero más bien volví a la frase originaria:
Qué bueno que ya me voy.