Entre las muchas destrucciones que este gobierno le ha impuesto a la sociedad mexicana, no la menor de ellas es la del libro, la frágil y debilitada industria editorial se acerca al punto más bajo de productividad con todo lo que ello implica: editoriales medianas y pequeñas en riesgo de desaparecer, librerías con serios problemas financieros, rendimientos negativos, desempleo, menos lectores.
Una de las razones, no la única, de este desastre ha sido el abandono del gobierno y el estado cultural de los bienes de consumo editorial. Durante la pandemia no hubo un solo programa de rescate. En otros países, los gobiernos rescataron su industria editorial, la cinematográfica, la teatral.
En México el rescate ha sido reemplazado por la demagogia placera, en esa máquina vieja se sostiene el proyecto de Paco Ignacio Taibo II: se regalan libros al pueblo. Por cierto, ya han pasado cinco años y Taibo no ha rendido cuentas de su gestión al frente del libro en México. Anticipo que será catastrófica. Acostumbrado a la opacidad, no ofrecerá un informe de su administración, ni siquiera con su habitual elegancia de lenguaje.
He leído un informe de Gerardo Jaramillo, un funcionario cultural de años que sabe un rato largo de estos asuntos. Jaramillo sostiene que se acabaron los apoyos directos e indirectos a la industria editorial mexicana mediante diversos esquemas: ferias del libro nacionales y extranjeras, coediciones, compras de libros para bibliotecas públicas o sistemas como el bachillerato o la educación superior por las reducciones definitivas al presupuesto. Y algo más, porque en este gobierno odian a la empresa privada, la consideran siempre un latrocinio.
La cadena de distribución estatal, explica Jaramillo, se ha roto en mil pedazos. O sea, el FCE y Educal cambiaron una parte esencial de su razón de ser. Los apoyos a iniciativas de apoyo fiscal no existen, la sobrerregulación para abrir librerías impide la creación de esos negocios. No hay un solo estímulo fiscal para la producción y exportación de autores mexicanos. En consecuencia, la masa de lectores no aumenta y ninguna empresa competirá con Amazon.
Taibo y compañía: sigan regalando libros, es un decir, regalen sus folletos más o menos manchados de tinta y sin rumbo editorial alguno. Mientras tanto, la devastación de la industria editorial avanza, y rápido.