Política

J. M. Servín

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Hace mucho tiempo dejó de preocuparme el falso dilema entre periodismo y literatura. Sé que cuando esas mortificaciones me abandonaron pude escribir como me dio la gana. En la ruptura de ese dilema surgió una combinación de géneros, los críticos y los editores le han llamado autoficción, ese momento en el cual un escritor se toma a sí mismo como personaje e inquiere a su alma sobre asuntos que soportan a la vida: padres, hijos, amor, muerte, desesperanza, fracaso. Algunos lectores encuentran en ese género sin género un acto de nudismo, lo es; otros reconocen en esas páginas un egocentrismo indulgente, lo es; otros leen confesiones, y tienen razón; algunos más han leído novelas restauradoras de tiempos, lugares, personajes.

Así leí Mi vida no tan secreta de J. M. Servín (Random House, 2022) a quien leo desde hace años con fidelidad y asombro, como una restauración. Estas páginas cuentan la historia de una familia pobre, jodida, perseguida por la tragedia.

La primera bandera roja: Servín burló al destino. El futuro de ese joven estaba en la cárcel, todos jurarían que sería carne de presidio, pero se convirtió en escritor. Este prosista lleva consigo a dos de sus hermanos, no cuento más.

La prosa de Servín, a quien le encanta el gore, no tiene nada de gore, sus esfuerzos narrativos entregan un entramado prosístico claro, directo, llevado por un temperamento que supo sobreponerse a la desgracia, a la vida miserable, a la tristeza.

Sin cruzar la frontera para establecerse en el gore, Servín sigue el camino de la nota roja incluso en su propia vida, no cuento más. Este escritor restaura años de la Ciudad de México: días y noches, tiempos políticos y una familia, una cuadra, unos amigos, un barrio.

Escribe Servín: “esto no es una novela de no ficción escrita bajo digresiones, tropiezos y dudas. No es una autobiografía, sólo recupero una parte de mi historia familiar. Reconstruí cierta parte de mi anecdotario personal que descartan cualquier atisbo de objetividad o rigor historiográfico. Enturbiar o embellecer lo que reconozco como memoria, puede resultar agotador, imposible. Una farsa”.

Si quiere usted saber cómo se convierten una colección de revistas policiacas, unos cuadernos de apuntes personales, frecuentes visitas a la hemeroteca y conversaciones familiares, todo esto en una novela, tendrá que leer Mi vida no tan secreta, una tremenda aventura urbana, un relato desgarrador, una herencia hirviente.

Rafael Pérez Gay

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@RPerezGay


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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