Política

El cocinero

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Bourdain escribió un libro: Confesiones de un chef. En esas páginas asegura que el oficio del cocinero es un oficio de resistencia. Los cocineros, dice Bourdain, “no tenemos noches libres de viernes, sábado o de fiesta, estamos más ocupados que nunca cuando el resto de la gente sale de sus trabajos”. En uno de los capítulos de este libro Bourdain ahonda sobre los sinsabores que supone ser el dueño de un restaurante. Dice el famoso cocinero: “¿Qué provoca ese impulso destructivo en tantas personas por lo demás sensatas? ¿Por qué cualquiera que haya trabajado duramente, ahorrado dinero y muchas veces tenido éxito en otros terrenos, se empeña en tirar el dinero tan penosamente adquirido a un pozo que, según las estadísticas, está seco? ¿Por qué aventurarse en una industria con enormes gastos fijos (alquiler, electricidad, gas, agua, mantelería, mantenimiento, seguros, licencia, recogida de basura, etcétera), una fuerza de trabajo excepcionalmente efímera y un inventario de bienes más que perecederos? Las posibilidades de recuperar siquiera la inversión son de una contra cinco”.

Poner un restaurante es un sueño habitual de algunos profesionistas cercanos al retiro. Así es como algunos, apunta Bourdain, ponen en juego los ahorros de una vida por una pasión que mantuvieron a raya durante muchos años. En la mayoría de los casos, según el controvertido cocinero, estos intentos fallan o llevan a los propietarios a vivir un nuevo infierno.

Quince años atrás Bourdain escribió las últimas páginas de su Confesiones, en donde aseguraba con cierta melancolía: “Un día en la vida de un chef no tiene importancia. Nuestros ires y venires son bastante triviales comparados con un trozo de carne que hierve en el caldo, o el olor del azafrán, el ajo, las espinas del pescado o el Pernod. Aunque haya pasado la mitad de mi vida observando a la gente, huido de ella, sido manipulado y manipulador, no he logrado entenderla. La gente me confunde, y la comida no. Sé lo que miro cuando veo un solomillo perfecto, un atún de primera. Puedo entender por qué millones de japoneses están siempre al borde de verse arrastrados a la lujuria del derramamiento de sangre, por ver carne firme y casi iridiscente. Color, sabor, textura, composición… e historia personal. Yo solo sé lo que veo. Y lo entiendo. Lo entiendo muy bien.”

Bourdain se suicidó a los 61 años de edad. 

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Rafael Pérez Gay
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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