Las campañas electorales han alcanzado su nivel máximo de confrontación más allá de la arena política, pareciera que no hubiese reglas y la barbarie se desborda en el encono entre las fuerzas políticas, es difícil que haya un calmante que aligere los ánimos en la contienda, es entendible por lo que hay en disputa pero jamás justificable lo que sucede en la disputa por el poder, para la oposición se asume como la última oportunidad y que la derrota implica un exterminio político del que difícilmente se recuperaran por lo menos en varios lustros.
Es indispensable hacer un alto en el camino para reflexionar a donde se quiere llegar con estos niveles de confrontación, con qué facilidad se desprende de la ética política, se diseñan desde una campaña electoral basada en estrategias de marketing el cómo convencer al mercado de electores sin importar que se ofrezca mercancía (candidatos y propuestas) falsa, no hay el mínimo pudor para mentir e insultar, para calumniar al adversario acusando de lo peor que puede haber en una persona para provocar repudio y en consecuencia adepto electoral.
La política fue el instrumento que se utilizó cuando la humanidad carecía de civilidad, era la barbarie la que imperaba, la ley del más fuerte se aplicaba en la convivencia de colectivos humanos, de ahí surge la idea de razonar y dialogar para encontrar puntos de coincidencia y fueron evolucionando así las sociedades, se crearon las naciones y sus formas de organización interna fueron cada vez más perfeccionándose hasta llegar a tener sociedades con niveles de cultura y convivencia de absoluto respeto entre las personas y los gobiernos aplicados en su deber y responsabilidad política y social, hay países con sociedad y gobiernos ejemplares.
Lamentablemente en México por lo menos en tres décadas ha habido una degradación en todos los sentidos que afectan la vida pública, se ha normalizado la violencia en todos los ámbitos de convivencia social, por eso en el terreno político asumen los actores y estrategas que es natural que haya un espectáculo así donde la ofensa y la calumnia sean el lenguaje ordinario, esto focalizado más en la oposición que se exhibe con enojo desbordado y desesperación incontrolada, expresiones llenas de ira que desdibujan o echan a perder cualquier propuesta que se pueda considerar realizable o bienintencionada.
En el oficialismo no se exenta de prácticas deshonestas, hay un ataque frontal contra la corrupción desde el gobierno que antes era desde donde de auspiciaba y se protegía los actos y personajes que saqueaban con toda impunidad las arcas del Estado, sin embargo, hay casos muy concretos en el ámbito partidista, en actividades legislativas y en el ejercicio de gobierno que son carentes de honestidad, hay aun personajes desde la 4T que no tienen escrúpulo alguno para asumir espacios de poder para saciar ambiciones de poder y de dinero sin importar realmente la noble causa de transformación del país para mejorar la vida de las personas.
Sin duda se está avanzando, se está cimentando la sociedad a la que se aspira lo cual implica un proceso que no es fácil ni rápido, México se ha convulsionado y es lo que se requiere para que se den los reacomodos políticos y sociales para reorientar su camino rumbo a la instauración de una sociedad en la que todas las personas en lo individual, las familias y colectivos sociales afines tengan la posibilidad de ejercer a plenitud sus derechos.