Rosario Ibarra de Piedra deja una huella imborrable en la historia de México, representa mucho, a las madres que lucharon contra la represión del régimen priista que asesinó y desapareció miles de jóvenes que se atrevieron a luchar por un mejor país exigiendo democracia y justicia, acabar con la corrupción, a Rosario la “Doña” como la conocíamos muchos, en 1974 le arrebataron a su hijo Jesús Piedra Ibarra de apenas 19 años de edad, un joven estudiante de medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León, su detención ilegal fue hecha por el grupo paramilitar denominado “La Brigada Blanca” que pertenecía a la entonces Dirección Federal de Seguridad.
Doña Rosario inició una incansable búsqueda de su hijo Jesús, en ese peregrinar se encontró con muchas otras madres y familias que padecían el dolor y la impotencia de no saber dónde estaban sus hijos desaparecidos en circunstancias muy parecidas, por elementos de la Brigada Blanca sin orden judicial, de ahí la Doña conformó el Comité Eureka integrado por familias de desaparecidos que se unieron para exigir la libertad de los presos en su mayoría jóvenes estudiantes que planteaban un mejor país, con democracia y libertades, con justicia y sin corrupción.
Los gobiernos priistas se sentían amenazados porque los jóvenes estudiantes de diversas universidades del país se empezaban a organizar, esas eran realmente dictaduras con vestimentas de democracia, en la que el Estado era quien desaparecía y asesinaba, no quería revueltas ni movimientos subversivos y optaba por la represión, de ahí surge la guerra sucia en la que el propio gobierno priista ejecuta y desaparece miles de jóvenes por todo el país, ya había sucedido la cruel matanza de Tlatelolco en la Ciudad de México, que la sociedad mexicana se sintió agraviada por los asesinatos del gobierno a los jóvenes estudiantes.
En 1971 se da el otro episodio trágico conocido como el halconazo en aquel jueves de corpus también en la Ciudad de México, más asesinatos de jóvenes estudiantes por un grupo paramilitar denominado “Los Halcones” integrado por jóvenes reclutados en barrios marginados de la capital del país y entrenados por militares; estos fueron eventos públicos conocidos y asentados en la historia de represiones desde el Estado, eso era el gobierno priista de la época, sin pudor y de forma burda mataba y desaparecía jóvenes, de ahí la sociedad conmovida y solidaría empezó a reclamar los excesos del gobierno.
En los 70´s y 80´s esa fue la historia de un movimiento que pretendía disputar el poder político en una supuesta democracia y era aplastado por la fuerza del Estado, en ese tiempo se pensaba que frente a esa realidad la única forma de derrocar al régimen represor era con la misma fuerza de las armas, porque realmente no había otra opción, cualquier intento de manifestación pacífica era reprimida con la fuerza del Estado como lo hizo con miles de jóvenes, hasta que en 1988 surge la posibilidad de derrocar al régimen por la vía pacífica mediante elecciones, ahí surge la candidatura a la Presidencia de la República de Doña Rosario Ibarra por el Partido Revolucionario de los Trabajadores que finalmente declina para engrosar el movimiento y candidatura que encabezó Cuauhtémoc Cárdenas.
La Doña nunca dejó de buscar a su Jesús, era ejemplo de madres en la lucha contra la represión del régimen, fue siempre una luchadora incansable por la presentación de los desaparecidos, de que se conociera la verdad en cada caso que eran miles que para el gobierno eran simples estadísticas pero cada hombre y mujer desaparecida era demasiado dolor y sufrimiento para miles de familias que tenían un hijo o un hermano o un padre o madre desaparecida por haber luchado por un México mejor.
Por eso el legado y recuerdo de Rosario Ibarra, nuestra Doña y madre de todos los que vivimos esa infernal guerra sucia permanecerá en el corazón del movimiento libertador del pueblo mexicano, se fue sin encontrar a Jesús pero con la satisfacción de haber sido pilar fundamental en el derrocamiento del régimen represor y asesino.
Buen viaje Rosario, hasta la victoria siempre…