El anuncio por parte de Yon de Luisa de que no presentará candidatura para reelegirse en mayo próximo como presidente de la Federación Mexicana de Futbol no es un asunto que tenga que ver, como se ha querido correr, con la unidad o división de los propietarios de los equipos de la Liga Mx.
La decisión de De Luisa sí tiene que ver en cambio con los malos resultados deportivos que arrojó su proceso como máximo resposable de la FMF: la eliminación en primera ronda de la Copa del Mundo Qatar 2022, la más importante.
Este directivo, respetado por todos por sus buenos procedimientos y maneras, hasta donde se sabe, habría puesto su cargo a disposición de los empresarios que lo contrataron para manejar a la Federación apenas se consumó el fracaso en la referida Copa del Mundo. Tan se le quiere o quería, tan se le respeta o respetaba por otros buenos trabajos que sí hizo, que se le dijo que no y se le pidió que siguiera en su puesto.
Pero reconocidos sus límites y fallas en el preciso manejo de la selección mayor y las otras selecciones juveniles y femenil, se decidió por establecer un comité especial que asumiera estas tareas con renovadas y diferentes formas.
Se buscó un directivo que no tuviera el perfil de ex jugador, un profesional que pudiera establecer los valores y objetivos de la FMF, de forma muy clara, ante el nuevo director técnico. En otras palabras, alguien que no se viera rebasado por la autoridad del entrenador. Como sí sucedió con Gerardo Tata Martino, a quien nadie le supo decir que no, ni tampoco ponerle límites o marcarle rumbos que no fueran los que él quisiera.
De Luisa primero aceptó este comité y cuando ya lo vio operar sintió que sobraba o que lo estaban dejando fuera. Está, por supuesto, en todo su derecho de decidir lo que quiera. Coincido con muchos en que hasta puede leerse su decisión en clave de dignidad. Que bueno.
Pero esto que pasó con él no es ningún capítulo de la desunión, que por supuesto existe. Pero no en esto.
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