No desafiliaron al Club Querétaro, pero al final sí le aplicaron una sanción que debe ser considerada realmente ejemplar.
Este equipo tendrá que jugar sus partidos de local sin público durante un año. Y los principales directivos, entre ellos el que aparece como propietario, quedaron inhabilitados de cualquier actividad en el futbol profesional mexicano, por cinco años. Esto último implica que los dueños de este club tendrán que nombrar ya a los reemplazos de éstos.
Además, tendrán que vender el equipo. Y de no querer o de no poder hacerlo, será la Liga Mx quien lo haga. Antes también tendrán que pagar una multa por 1.5 millones de pesos.
Estas son la sanciones al club responsable de la terrible violencia del sábado pasado. Pero también se anunciaron medidas importantes respecto a las barras de animación que tienen los 18 equipos que integran la llamada Primera División.
Aquí realmente no hay nada nuevo. Es casi un regreso a lo que ya en otros muchos momentos críticos se ha debatido y decidido.
La prohibición tajante para que estos grupos muy bien señalizados tengan acceso a los partidos que sus equipos juegan de visitantes. O la obligada credencialización de quienes integran estas barras. Por esto y algunas otras cosas ya hemos pasado.
El gran problema es que no se le ha dado un seguimiento serio y puntual. La solución profunda, sin embargo, la tienen ahí mismo, pues ha habido clubes que como entes particulares sí han logrado que estos grupos interactúen de forma cotidiana sin hacer daño. Quizá ahí está la solución: emular y estandarizar lo que sin duda también se hace bien o muy bien.
Lo más sencillo, pero también lo más peligroso, es apostar por la eliminación o la desaparición. Qué miedo que las voces radicales o temerosas o vengativas sean las que ganen la acción.
Rafael Ocampo