La igualdad de género aplicada dentro de los esquemas empresariales, en la actualidad, responde a una reivindicación histórica y conlleva múltiples beneficios para todas las partes involucradas –solo que hay mucho camino por recorrer–. Por más que la tasa de participación económica de las mujeres en México haya crecido 15.7% en la más reciente década (
https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2021/mujer2021_Nal.pdf), hoy tienen solo el 8.7% de los puestos directivos en el país, de acuerdo con 2020 Women On Boards.
Más allá de la construcción reputacional, los corporativos que toman en serio la política de la igualdad de género dentro de sus boards gozan de mejorías en sus resultados. Está demostrado que emplear a mujeres en puestos de toma de decisión representa alrededor de un 20% en aumento de rentabilidad, siguiendo los resultados de un estudio publicado por la Organización Internacional del Trabajo.
Sin embargo, debemos estar conscientes de que el sector femenino no es una estadística más, se debe visualizar como una mancuerna, la dupla perfecta que necesita una compañía para salir adelante y lograr sus objetivos bajo un esquema de igualdad de género. Tanto, que incluso el crecimiento económico del país se vería beneficiado si las condiciones laborales fueran igualitarias para hombres y mujeres.
Para que lo anterior suceda, es necesario impactar directamente en las trayectorias y la influencia de las mujeres en el mundo empresarial; la producción y la motivación tienden a mejorar dentro de las compañías que adoptan este concepto, lo que representa un avance en la consecución de los objetivos que se obtienen en la gestión de los intangibles asociados al negocio, que redunda, nutre e impacta positivamente en la reputación de la compañía.
Parte imprescindible del proceso de consolidación reputacional es actuar y manejarse para amparar las expectativas y exigencias del entorno cercano; así como emparejar el accionar de las organizaciones con los objetivos de los organismos internacionales, quienes se dedican a señalar y crear metas que permitan al mundo transitar hacia un nuevo y mejor paradigma social, tal y como se estipula en los Objetivos de Desarrollo Sustentable rumbo al 2030, que incluyen a la igualdad de género (
https://www.unwomen.org/es/news/in-focus/women-and-the-sdgs/sdg-5-gender-equality#:~:text=Metas,y%20otros%20tipos%20de%20explotaci%C3%B3n.) como pilar para el fin común.
Sin duda, lo anterior cambió por completo el acercamiento de las compañías, tanto públicas como privadas, hacia el concepto igualitario. Ahora, las empresas comparten la responsabilidad de cubrir la igualdad de género, garantizarla dentro de sus estructuras y, en términos reputacionales, hacer que su mensaje se lea correctamente e impacte a toda la cadena de valor.
Para lograr ese impacto, todo lo que se concibe al interior de la organización, las prácticas y políticas, debe ser comunicado hacia afuera.
Es posible tener grandes iniciativas sobre igualdad de género, que tiene como contexto una lucha histórica, pero, de no ser comunicadas al entorno, no aportarán valor reputacional. Trazar políticas, escribirlas y no implementarlas es equivalente a no hacer nada.
Garantizar la igualdad de género es un requisito primordial en todos los estratos de una sociedad que pretende ser sana, y para el mundo empresarial es sinónimo de crecimiento y mejora interna, además de representar un activo intangible con un altísimo valor, un diferenciador que, bajo la coyuntura actual, es más relevante que nunca.
Pilar Torres
Group Director de Crisis Management & External Affairs de JeffreyGroup México