Política

La paz es posible

La preocupación por la paz en el mundo y dentro de los Estados se presenta hoy en nuestros pensamientos y deseos debido a las graves situaciones que se viven en el mundo y que no están lejos de nosotros. Sin embargo, la preocupación ya la expresaba Pablo VI en sus mensajes para las jornadas de la paz que él promovía y se siguen celebrando el primero de enero de cada año.

El pontífice aseguraba que aunque algunos pensaban que se estaba consiguiendo la paz por medio de equilibrios políticos y militares, pero que en realidad existían problemas de fondo muy importantes. Por ello escribía:

"Por desgracia, existen aquí y allá situaciones dolorosas, donde la guerra se enciende feroz. Entonces no se trata de conflictos sepultados en los anales de la historia, sino actuales; no son episodios efímeros, porque se trata de conflictos que duran desde años; no superficiales; porque repercuten profundamente en las filas de los ejércitos, más que armados, y en las muchedumbres inermes de las poblaciones civiles; de no fácil arreglo, porque todo el arte de las negociaciones y de las mediaciones se ha demostrado impotente; no inocuos al equilibrio general del mundo, porque están incubando un creciente potencial de prestigio herido, de venganza implacable, de desorden endémico y organizado; no son episodios sin importancia, como si el tiempo fuese su remedio natural, porque su acción tóxica penetra en los ánimos, corroe las ideologías humanitarias, se hace contagiosa y se trasmite a las generaciones más jóvenes con un fatal compromiso hereditario de revancha. La violencia se vuelve a poner de moda y se reviste incluso de la coraza de la justicia."

La panorámica que presenta no difiere mucho de la actual. Sin embargo, aquel pontífice no perdía la esperanza, de modo que también aseguraba que "la paz es posible, si verdaderamente se la quiere; y si la paz es posible, es un deber. Esto significa descubrir qué fuerzas morales son necesarias para resolver positivamente el problema de la paz. Hay que tener, como decíamos en otra ocasión, la valentía de la paz. Una valentía de gran altura, no la de la fuerza bruta; sino la del amor: repetimos, todo hombre es mi hermano, no puede haber paz sin una nueva justicia."

Creo que en nuestro tiempo, deberíamos comenzar cambiando nuestra mentalidad y convencer a todos que la consecución de la paz es ante todo una cuestión relativa ética, antes que de equilibrios de poder.


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Pedro Miguel Funes Díaz
  • Pedro Miguel Funes Díaz
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