A veces pensamos en la escolástica como una escuela o un método filosófico y teológico de la Edad Media, donde la figura más destacada fue Tomás de Aquino en el siglo XIII. Sin embargo, la influencia de la escolástica medieval rebasa el tiempo de la Edad Media, llega hasta la Edad Moderna y nos ofrece las aportaciones de notables pensadores como Francisco Suárez, oriundo de Granada, quien fue un importante filósofo, teólogo y jurista de la segunda parte del siglo XVI y principios del XVII. Los pensadores que siguieron la línea de Tomás de Aquino en la España de ese tiempo se clasifican en la escuela de Salamanca, ya que fue en esa universidad donde se gestó y adquirió fuerza esta escolástica.
Francisco Suárez estudió en Salamanca e ingresó también a la Compañía de Jesús (jesuitas). Enseñó en Segovia y viajó a Roma donde enseñó en el Colegio Romano, pero regresó más tarde a España, donde destacó como profesor en la Universidad de Alcalá de Henares. Tuvo algunas dificultades porque no seguía ciegamente a Tomás de Aquino, aunque siempre se consideró un tomista. Enseñaría también en la Universidad de Coimbra, en Portugal.
En sus trabajos destaca, en una obra de defensa de la fe católica, su rechazo a la doctrina que proponía que los reyes recibían su soberanía directamente de Dios, sino a través del pueblo, de modo que consideraba legítimo que los ciudadanos se pudieran proteger de un príncipe que se convirtiera en tirano. Su pensamiento jurídico-político lo plasmó sobre todo en su obra “Sobre las leyes” y en la “Defensa de la fe católica”.
Suárez no se determinó por alguna forma específica de gobierno, sino que era flexible en su propuesta de que el pueblo es el que debe elegir la forma más conveniente, como aristocracia, monarquía o democracia, pero siempre respetando la racionalidad y el derecho natural. Hablaba asimismo del derecho de gentes, que distinguía del derecho natural, como un derecho humano y positivo que se encontraba entre los hombres, aunque no fuera por escrito, y que resulta de las costumbres de todos los pueblos y naciones, con un fundamento moral y político. Estas ideas han formado una de las bases para la creación de lo que hoy llamamos derecho internacional.
A mi parecer convendría recordar hoy de nuevo a los autores de esa escolástica renacentista, pues de hecho influyeron notablemente en el pensamiento de su época y dejaron un legado importante en el que se encuentran antecedentes de algunas ideas que perduran hoy e día, pero que hoy no suelen verse en la efectiva relación con ellos.