Mucho se habla de que el pasado y el actual régimen han endeudado al país. ¿Cuáles son los hechos?
Recordemos que la deuda neta del sector público, como en cualquier balance, es la diferencia entre los activos y los pasivos. En términos de flujos, es el saldo acumulado histórico de déficits entre ingreso y gasto anual, que el estado cubre con deuda, a través de los años. La deuda presupuestaria neta se refiere específicamente al endeudamiento del gobierno federal y sus organismos, mientras que la deuda pública neta es un concepto más amplio que abarca todas las obligaciones del sector público (gobierno federal, estatal y local) menos sus activos financieros líquidos.


Como porcentaje del PIB, observamos en la figura 1 que la crisis de deuda se dio en 1986, donde esta alcanzó hasta casi un 90 por ciento de nuestro producto interno bruto, habiendo disminuido hasta los veintes por cientos hasta el 2008, donde empieza a crecer nuevamente hasta 2016, a partir de cuando se estabiliza en los 50s por cientos. Observamos también que a partir también del 2008 el déficit presupuestario anual ha fluctuado entre 4.7 y 2.1 del PIB, con excepción del 2024 que alcanzó hasta 5.7 por ciento . Estas cifras se pueden corroborar en la figura 2, que incluye proyecciones para 2025 y 2026 por parte de la Secretaría de Hacienda.
El análisis anterior se refiere a porcentajes de déficits, anuales y acumulados, con respecto al ingreso del país, es decir, el PIB. No son cifras nominales de deuda. En ese sentido, podemos concluir que el aumento de deuda/PIB se da en dos períodos: 1980-1987 y 2008-2020, manteniéndose en el nivel aumentado a partir de entonces.
Si observamos el comportamiento de la deuda nominal, en la figura 3, vemos el comportamiento de esa deuda neta, o acumulado histórico de déficits incurrido anualmente por los gobiernos en turno, y observamos que éste acumulado comenzó a crecer en 1978. Es decir, en términos de crecimiento anual, en la figura 4 podemos observar que nuestra deuda llegó a crecer hasta un 140 por ciento en el período de 1978 a 1986. De ahí en adelante el crecimiento ha sido constante, en un 10-20 por ciento anual.

La deuda anual que se acumula a través de los años tiene dos componentes principales: aquella que se destina al pago de los intereses y amortizaciones comprometidos en la adquisición de deudas en años anteriores, y el déficit en el que incurre el gobierno al gastar más de lo que ingresa para cubrir su presupuesto. En la figura 4 vemos que los años en los que los gobiernos tuvieron un déficit primario positivo van de 1989 hasta el 2010, y el último año de Peña Nieto, 2018. A partir de entonces el gasto primario ha sido negativo. Esto significa que durante esos períodos, a pesar de que el ingreso federal ha sido mayor que el gasto, la deuda continuó creciendo, mientras que una política fiscal responsable debió ser asignar parte de ese superávit a pagar deuda. Por su parte, se incurrió en más deuda. Por su parte, un déficit primario positivo, o gasto primario negativo, significa que el Gobierno Federal ha incurrido en mayor deuda para cumplir con su presupuesto, y eso, más el pago de la deuda, es lo que ha significado el incremento de la misma. Para 2025 se estima que el costo de la deuda sea 4.1 por ciento del PIB, lo que quiere decir que solamente el .3 por ciento se asignará a gasto neto del Gobierno Federal.

En conclusión, el crecimiento de la deuda responsable de la acumulación de deuda en las cuentas de Deuda Pública se origina desde 1987, donde México tuvo qué endeudarse para cubrir el colapso económico y financiero de 1986. Posteriormente, otra fuente de crecimiento de la deuda se origina en los períodos 2008-2019, donde a pesar de haber disfrutado el país un exceso de ingresos sobre su gasto, la deuda volvió a acelerarse. Esos son los orígenes del endeudamiento del país.