Dedico este artículo a cientos de hombres que conozco que sí respetan a la mujer.
El machismo es un complejo que empodera a muchos hombres a pensar que el abuso físico, sexual y emocional hacia una mujer es un derecho masculino. Tenemos que frenarlos con leyes que los metan a la cárcel para que lo entiendan.
En mi vida profesional sentí todo el abuso que sufrimos las mujeres profesionales cuando me senté a la mesa de tú a tú como la única doctora en economía de mi oficina, y fui víctima de otro complejo masculino común entre algunos: su complejo de Edipo. Sus madres viven en un altar. ¿Cómo es posible ver a una mujer, a una similar a su mamá, madre también, ganándose el pan entre el rudo medio masculino? “Mamá, deberías estar en casa cuidándome”, parecían reclamarme con sus miradas agresivas disfrazadas de condescendencia.
Más tarde aun, mi techo de cristal me golpeó brutalmente después de haberme ganado a pulso, con conocimiento y esfuerzo, la dirección general de un banco, solo para que su dueño me echara en el último escalón de mi carrera corporativa: “no creo en mujeres banqueras. Son muy viscerales”. Ahí ya vemos a la psique masculina en su máximo poder, que convierte a tantos hombres poderosos en tiranos, máxime cuando se trata de mujeres.
Y creyendo que ya me las sabía de todas todas, recientemente me enfrenté cara a cara con el famoso pacto patriarcal: “Hazte a un lado, hermanita”, me dijo mi hermano menor recientemente. “Yo me voy a entender con tu socio para protegerte”. Y así, entre los dos, decidieron el destino de mi empresa.
Ufana de mis logros profesionales y personales, veo con asombro que precisamente éstos son acicate para que los machistas me insulten en las redes en su máxima expresión de complejo de inferioridad hacia mujeres exitosas, insultos que no se atreven a arrojar a sus congéneres.
Hay una parte de mí que me hace pensar en golpes femeninos que tenemos las mujeres aun que encontrar que tengan que doler más que los físicos para ser respetadas, finalmente, algún día.
Pero también cada vez somos más las que hemos logrado llegar a la cima. México tendrá a su primera mujer presidenta. Estos ejemplos serán también la fuerza inspiradora que nos lleve, unidas, a todas al lugar que merecemos.