¿Que México no está en Llamas?, sería más una cuestión de opinión, pero a la luz de los miles de desaparecidos y los cientos de fosas clandestinas que han convertido al país en una enorme necrópolis con altos índices de inseguridad y violencia… No sabemos el tamaño del problema, pero de que hay fuego, hay fuego.
En estos días se han cumplido ya 4 años de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y el dos de octubre se cumplirán 50 años de la matanza de Tlatelolco, crímenes de estado que siguen sin resolverse.
No hay otro tema más urgente. Suman más de sesenta mil, según las organizaciones de la sociedad, 36,265 según el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), que es elaborado por el Sistema Nacional de Seguridad Pública, pero en realidad nadie tiene una cuenta precisa de esta tragedia, de este recuento escalofriante que carcome a México, principalmente en entidades como Veracrúz, Guerrero, Guanajuato, Jalisco, Sinaloa, Estado de México, Chihuahua y Tamaulipas, pero lo que impresiona del reporte del RNPED es que no hay ningún estado del país que se libre de este flagelo.
Más de 1,307 fosas clandestinas con 3,926 cuerpos halladas desde 2007, mil de ellas en este sexenio, de acuerdo con un muestreo hemerográfico de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
¿Quién responde?
Las cifras son dramáticas y la conclusión, hasta inverosímil por parte de las autoridades, a lo largo de todos estos años “son narcos, gente del crimen organizado, se matan entre ellos”, la negación de un problema nacional, una ceguera absoluta y una total incapacidad.
Sí, México es un país azotado por la violencia, el narcotráfico y la corrupción, en donde reina la impunidad.
Quizá los que están donde no deberían son las autoridades, incapaces, ineptas, corruptas, faltas de voluntad y con una distancia emocional que indigna.
6 de cada 10 casos de desaparición en México sucedieron durante la administración de Enrique Peña Nieto y, sin embargo, no hubo de parte suya una sola palabra sincera que haya reconfortado a las víctimas.
No hay respeto al dolor, por cada fosa descubierta (principalmente por las víctimas), han tenido que desplazarse como topos de una fosa a otra, lo mismo en Veracrúz, Tamaulipas, o Guerrero, para ver si entre los muertos aparece su familiar.
Además del peregrinaje por las morgues del país, reconociendo cuerpos, revisando ropas, entregando ADN una y otra vez es lacerante.
Cómo es posible que en todos estos años de supuesta búsqueda no hayan creado una base de datos, un padrón nacional de desaparecidos que evite a los deudos el sufrimiento y agilice la búsqueda.
Así, es como el gobierno dice estar comprometido con la justicia y las familias de las víctimas, lo han dicho a lo largo de todos estos años desde Felipe Calderón y este martes lo refrendo Peña Nieto vía twitter y es que ya de salida, ¿qué otra cosa puede decir si nada se ha esclarecido?
Por el contrario las señales de la corrupción y la impunidad asoman otra vez, como lo marco Alejandro Hope en su columna de ésta semana en donde dice: “La historia es surrealista: dos camiones refrigerados, con centenares de cadáveres no identificados a bordo, deambulando por los caminos de Jalisco, rechazados en todas partes, sin destino fijo. Todo esto sucede mientras el estado tiene centenares de expedientes de personas no localizadas o desaparecidas”.
Hay una sola cosa que el próximo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no podrá hacer: mirar hacia otro lado como si el fenómeno no existiera, el tema de los desaparecidos es una bomba de tiempo si no se atiende.
Lo sabe López Obrador, ya se reunió con los padres de los 43 de Ayotzinapa y anunció la creación, por decreto presidencial a partir del 1° de diciembre de la Comisión de Investigación para la Verdad y la Justicia, donde participarán el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) y la CIDH.
Esperando que esta “Comisión de la Verdad” deje la desidia, encuentre “vivos o muertos” a miles de desaparecidos (no sólo de Ayotzinapa, sino de todo el país) y devuelva la paz y la tranquilidad a sus familias.
Vivimos un México, que pareciera irse acostumbrando a la violencia (Garibaldi, balacera, 7 muertos y siguió la fiesta) y hay que recordar, “la violencia no es normal”.
¿Cómo regresar a este país a la paz?
FB: Paco Ramirez
Tw: @ramirezpaco