Nadie es hoy ajeno a la crisis migratoria por las caravanas de extranjeros que intentan, desde el sur-sureste, cruzar el territorio mexicano para llegar a la frontera norte.
Tampoco son desconocidas las deportaciones a México, las detenciones hechas por el gobierno de EU que, de acuerdo con una ley trumpeana, obligan a migrantes a retornar al país.
Es difícil estar al margen de esta problemática porque involucra a los mexicanos, de una manera u otra.
La vivieron los poblanos y el resto de ciudadanos el pasado fin de semana, cuando a su paso por Puebla un contingente de la Caravana Migrante decidió bloquear por nueve horas la autopista hacia la Ciudad de México.
Un enterramiento físico entre migrantes y agentes del INM complicó el escenario de violencia que ha escalado, conforme se acercan a la capital del país.
En Chiapa de Corzo sucedió un escenario trágico cuando 55 migrantes, principalmente, de Centroamérica, perdieron la vida al volcarse un tráiler donde eran transportados por traficantes de personas.
Poco más de 165 migrantes contrataron los servicios de las células de la delincuencia organizada dedicada al tráfico de personas, sin que las autoridades mexicanas los detectaran.
De acuerdo con los expertos en temas de seguridad nacional, poderosos grupos delictivos han encontrado un jugoso negocio en el tráfico de personas, el cual es más rentable que el tráfico de drogas, con una fuerza corruptora.
En esta y otras actividades ilícitas a gran escala, el crimen organizado sigue teniendo la iniciativa y la ventaja, sin encontrar la mínima resistencia de las áreas de inteligencia y corporaciones policiacas que no implementan una estrategia de prevención ni de contención.
Se trata, además, de una grave crisis migratoria que deja al gobierno federal sin una respuesta clara, con mucho y que presuma su proyecto Sembrando Vida, porque no hay contención de propios y extranjeros en busca del “sueño americano”.
Un nuevo y grave problema enfrenta el gobierno federal y los estados por las crecientes olas migratorias que llegan desde el sur del país, de indocumentados de todos los países del Centro y Sudamérica que son deportados a México por el gobierno estadunidense en su frontera sur.
Pablo Ruiz