En términos generales, el arranque del año 2022 es una continuación del 2021 por los males que aquejan al estado, en materia de salud y economía.
Dos temas destacan en el agravamiento el nuevo año: la cuarta ola de contagios con la variante ómicron, y la “cuesta de enero” con el más alto índice inflacionario de los últimos 20 años.
Si bien era urgente la reactivación económica, que pasó por eliminar las restricciones en los aforos y abrir al 100 por ciento todas las actividades productivas, el costo es alto en materia de salud a la población.
Días previos a las fiestas decembrinas, en países de Europa aparecieron los primeros casos de la variante ómicron, que con el solo anuncio un fin de semana “tiró” los mercados financieros.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió las primeras opiniones de las características de la nueva variante y recomendó a la población abstenerse de las reuniones con motivo de las fiestas de fin de año.
Como siempre, en el gobierno federal no solo minimizaron la velocidad de los contagios que contenía el nuevo hallazgo científico de la variante, sino que además la Ssa federal aseveró que la recomendación de la OMS de abstenerse de fiestas era para Europa.
Si bien la nueva variante no es tan letal como la delta en la tercera ola, tiene mayor velocidad de contagio de 1 a 12 infectados, y de dos a tres días de incubación, lo que tiene al estado entre los 7 con más casos positivos; de dos dígitos aumentó a tres la cifra diaria.
Además de la “cuesta de enero” por el incremento en los precios de los productos y servicios de la canasta básica, donde Puebla capital e Izúcar de Matamoros registran tasas altas, ahora las familias tienen que agregar un gasto adicional en salud por los contagios.
Los precios de las pruebas covid-19 oscilan entre los 300 y 3 mil pesos y la compra de medicamentos para el tratamiento privado es variable, pero con mucho afecta las finanzas de las familias, entre el tratamiento en casa y los hospitalizados.
Afectados por la inflación y alza en productos y servicios, los salarios pierden poder de compra y la precarización salarial agrava la calidad de vida de las familias, lo que tendrá múltiples manifestaciones y consecuencias sociales.
Seguir las indicaciones sanitarias para evitar, aislar o romper con la cadena de contagios , así como tener una mejor planeación de las finanzas personales, son medidas urgentes para paliar la crisis sanitaria y económica.