Una buena parte de la sociedad vivió un sentimiento patriotero respecto a la Selección Mexicana que compitió en el Mundial de Qatar 2022 administrado por la FIFA.
Cuando se trata de respaldar los colores patrios en una justa deportiva como el futbol internacional, no importan las razones, los malos resultados y retrocesos en materia deportiva.
Solo por vestir los colores patrios los jóvenes (muchos no tanto) seleccionados, pareciera que obliga a todos respaldarlos, sin regatearles nada, porque el símbolo nacional pareciera ser suficiente pese la mediocridad en el desempeño y los desatinos de los directivos del futbol.
Este reportero no es especialista en la materia deportiva, ni me atrevería a opinar de la estrategia o planteamiento del director técnico en los partidos del seleccionado contra Polonia, Argentina y Arabia Saudita, pero ahí están los resultados
El tema es la realidad del deporte mexicano en general, la falta de políticas públicas y la comercialización de este deporte entregado por todos los gobiernos a un grupo de empresarios que se siguen enriqueciendo.
En la Liga Mexicana de Futbol abundan los miles de millones de pesos por la contratación y venta de jugadores, principalmente. extranjeros, y tienen en el abandono a las escuelas de futbol soccer, salvo honrosas excepciones.
Visto el futbol como un espectáculo y negocio millonario, ni siquiera invierten en jugadores canteranos y los gobiernos han sido omisos en la definición de una política deportiva.
Todo lo ocurrido con el futbol mexicano en Qatar, la mediocridad y falta de competitividad, es reflejo de la asquerosidad del negocio del futbol comercial y poco profesional de los directivos.
Si hay una mafia con poder, es la de los dueños de los equipos de futbol que se han enriquecido con el espectáculo, con estadios lujosos y nóminas carísimas de jugadores, que le escamotean un peso al fomento a la cultura deportiva en México.
Y cada presidente impone su moda deportiva por sus aficiones personales, desde la equitación practicada por José López Portillo, el maratonismo de Carlos Salinas de Gortari (organizaba la Carrera de Agualeguas) y hasta el beisbolero, como ocurre con el actual mandatario.
Sin el fomento del deporte, seguirán los resultados como los de Qatar, producto de la ausencia de políticas públicas.
Pablo Ruiz