Terminan las campañas electorales de los aspirantes a las 15 diputaciones federales, a las 26 locales, así como a las 217 presidencias municipales.
Cada ciudadano con derecho a voto, las vivió de acuerdo con su interés por la proximidad social y geográfica, principalmente, en los municipios; por el acceso a las redes sociales y a los medios electrónicos e impresos.
En estas elecciones concurrentes federales y locales, el foco del principal de interés son las elecciones municipales, porque se convierten en un referéndum vecinal y familiar en las regiones rurales.
Se trata de las elecciones de mayor importancia por la cercanía de los habitantes en los grandes centros urbanos, con los alcaldes de quienes depende la eficiencia en los servicios públicos básicos, la seguridad pública, la eficiencia administrativa y la transparencia en el uso del presupuesto.
En el segundo nivel de interés se encuentran los aspirantes a una diputación local; se trata, principalmente, de dirigentes de partido, dirigentes de sectores sociales y alcaldes que ven en el Congreso del estado un escalón más en sus respectivas carreras políticas.
Pero muy lejanos son para el interés de los votantes los candidatos a diputados federales, y en las mismas campañas se concentran en las cabeceras municipales y distritales, para desaparecer una vez electos y nunca más volver a sus distritos, porque se la pasan en Ciudad de México.
La principal preocupación ahora es que los funcionarios electorales del IEE e INE sean eficientes, imparciales y resistan la presión de representantes de partido, y no se dejen intimidar por grupos delictivos y de choque que intenten reventar la jornada comicial.
Son los nombres de las personas, hombres o mujeres, sus trayectorias y resultados, los factores de atracción para que los votantes acudan a las urnas, más atractivos que los partidos políticos.
Las campañas, en general, fueron malas en cuanto a su contenido publicitario, de vergüenza en redes sociales y llegaron a la ridiculez.
Pero en el mensaje central de las campañas electorales prevalecieron las acusaciones sin propuestas, de corruptos contra corruptos, de buenos contra malos pero sin ningún argumento, y con el mensaje del miedo y chantaje: si no estás conmigo, perderás todos los beneficios. La misma amenaza del viejo PRI es la actual de Morena.
Pablo Ruiz