Al inicio de esta administración, los funcionarios quisieron cambiar a los directivos del Festival Internacional del Globo, pero fue imposible. Este Gobierno quería quitar a Escandra Salim como directora –aún cuando ella ha sido un pilar fundamental del evento-, pero no pudieron.
De hecho, Ángeles Arenas, directora operativa del Parque Metropolitano, trató de negociar con los pilotos de Albuquerque y Teotihuacán para pedirles que jalaran con nuevos directivos, pero ellos se opusieron. Los pilotos se negaron a trabajar con una nueva administración.
El éxito del Festival Internacional del Globo ya genera conflictos por el control de las ganancias y los beneficios. El festival es un ejemplo de innovación turística a nivel nacional, con 500 mil visitantes por año, y eso ha provocado la avaricia de algunos funcionarios.
Por lo mismo, querían moverle el tapete a Escandra Salim, quien ha operado de manera eficaz y visionaria la proyección del evento. El Gobierno también trató de mover a Abraham Rocha, el presidente del Patronato del Festival Internacional del Globo, y pieza fundamental del nacimiento y crecimiento del festival.
Los dos, Escandra y Abraham, son miembros de la sociedad civil que han hecho un gran trabajo y que se han tomado las cosas en serio.
Ahora a los políticos les ha quedado claro que el Festival Internacional del Globo está más allá de Dios y del Diablo, y no obedece a intereses políticos o de partido. El festival es del pueblo. Y entonces el presidente del Patronato del Parque Metropolitano, Luis Ernesto Collazo, y el director Daniel Olaf Gómez, trataron de sacar provecho mediante acciones extrañas, como el contrato de exclusividad del Metropolitano con Pepsi, sabiendo que el Festival tiene el patrocinio de Coca-Cola. Ese chistecito costará 400 mil pesos al año por no cumplir el ridículo contrato con Pepsicola.
A ver cómo salen de este pleito.
El alcalde Octavio Villasana Delfin ya pidió que el Parque Metropolitano les entregue el control del evento –para mejorar la seguridad, la recolección de basura, los baños públicos-, y los directivos del parque no quieren. Al contrario, amenazan con hacer su propio festival. Habrase visto semejante tontería.
El presidente Villasana ofreció pagarles 12 millones de pesos por la renta del parque, a cambio de que permitan que el Municipio arregle el caos en la organización, y se resisten.
¿De qué tamaño son los intereses económicos que no quieren soltarlo?
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