Traducido al español leak significa fuga, goteo, filtración, de ahí que a Julian Assange no le costara mucho esfuerzo ponerle nombre a WikiLeaks, entidad que desde 2006 se posicionó como una organización experta en la filtración de documentos clasificados.
Assange se convirtió en un rock star en el momento que filtró miles de documentos que dejaron al descubierto un sinnúmero de vejaciones a los derechos humanos perpetuadas por el ejército estadunidense cuando atacó a Irak y Afganistán.
En todo este tiempo, ni su fundador, ni la organización en su conjunto, jamás ha negado la opacidad de las vías utilizadas para destapar las inhumanidades que en los últimos 16 años ha denunciado. Imposible actuar de otra manera, ha dicho Assange, frente a gobiernos que de mil y un maneras incumplen el marco legal violando sistemáticamente los derechos humanos de civiles a causa de la guerra, el autoritarismo gubernamental, el expolio de algunas corporaciones transnacionales y la pobreza provocada. Por ello, el latir del corazón del hacktivismo de WikiLeaks, afirma convencido que amor con amor se paga.
La gran cantidad de premios recibidos por Assange en todo el mundo –incluso en 2010 fue nombrado el hombre del año por la revista Time– no ha evitado que Estados Unidos deje de insistir en su extradición y ponerlo tras las rejas, gesto que en enero de 2021 llevó a Andrés Manuel López Obrador a declarar que él ofrecía “indulto y asilo en México. Nosotros le damos protección. Vamos a hacer esa gestión”, con el gobierno del Reino Unido, donde hoy se encuentra asilado.
Por el peso de su declaración, así como de otros gestos de buena voluntad, es evidente que el Presidente simpatiza con el legado de Assange, ya que no ve en él a un hacker, sino a un periodista y activista en favor de los derechos humanos.
Ahora queda por ver si tratará con la misma consideración y respeto a los hacktivistas de Guacamaya, organización que filtró más de 700 mil documentos clasificados pertenecientes a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Más allá de lo vergonzoso del hecho, la filtración no reveló nada nuevo. La opacidad e ineptitud del Ejército, son de sobra conocidos, así como los achaques de un presidente que, aunque quiera, le será imposible ocultar que está enfermo.
Pablo Ayala