Cultura

La aritmética política

En la historia, las guerras y las epidemias nos han enseñado ruda e implacablemente la dialéctica en los discursos y las argucias que las personas en el poder mascullen para adaptarse a esa lucha política y que ésta no los arrojé por debajo del ring.

Esta ocasión pandémica no es la excepción, los discursos se moldean tan vertiginosamente al tiempo de los sucesos, que a quienes nos gusta analizar la política desde el café, nos sentimos privilegiados por observar, desde la primera fila, tan interesantes encuentros. Hoy, querido lector, la lucha es sin reglas y de todos contra todos, pero hay una especial bronca entre la federación y el gobierno de Jalisco, y ese pleito es el que describo:

Por el bando federal pelea el “Dr. Subsecretario”, ídolo de la muchachada por sus saltos y acrobacias. Que sí bien, sabe lo que hace, no pasa de ser un sacrificable luchador en el modelo institucional mexicano. Pues un subsecretario se encuentra tres o cuatro niveles debajo del capitán del equipo, es decir, apenas y llega a peón adelantado en un juego de ajedrez. Por lo tanto, si algo sale mal, él será el culpable, pero si las cosas van bien, serán muchos los que suban al cuadrilátero a declararse vencedores.

Hay quienes afirman que los técnicos crearon a un golem incontrolable en la figura del “Dr. Subsecretario”,  pues cuando la viejita (Javier a la Torre) subió a darle de sombrillazos al héroe científico, la fanaticada enardeció tanto, que el mero mero, colmilludo en eso de la aritmética política, tuvo que salir a calmar al respetable, quien ya la cargaba a botellazos contra la doñita, la cual, por cierto, está contratada para hacer ese circo. Pero la pelea continuó y “el malvado jalisciense”, rudo de rudos, le dio un descontón al desprevenido “Dr. Subsecretario”. Acto seguido, el rudísimo levantó las manos en son de triunfo, lanzó bravuconadas y “pendejeo” a la porra contraria. Entonces, la fanaticada se desgañitó a gritos y sombrerazos por tan épico trence. Sin embargo, los villamelones del pancracio no caímos en la trampa. Pues nadie, en sus cabales o fuera de ellos, puede asumirse como campeón de la lucha, o presidenciable. Y menos, cuando todavía faltan más de cuatro años de peleas estelares contra todo tipo de marrulleros y tramposos gladiadores suspirantes a la banda presidencial.

En este caso, la estrategia del rudo es otra, y la gente se fue con la finta. “El malvado jalisciense” le entró guamazos para reunificar a sus cuadros, quienes ya andaban muy desbalagados por rumbos zapopanos, y sí la aritmética política no falla, para conservar mayoría en las intermedias del 21. Emocionarse o enojarse por que los rudos se suben al ring y le pegan a los técnicos, es ser tan iluso como creer que la lucha libre es un deporte de leal competencia. Si usted, querido lector, tiene alguna preferencia, échele porras a los rudos o a los técnicos, pero sabiendo que cuando la función termina, los luchadores se bañan, en chanclas, en las mismas regaderas. 


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Oscar Riveroll
  • Oscar Riveroll
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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