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El Taekwondo mexicano: del orgullo olímpico a la crisis institucional

  • Columna de Óscar del Cueto García
  • El Taekwondo mexicano: del orgullo olímpico a la crisis institucional
  • Óscar del Cueto García

El Taekwondo mexicano, motivo de orgullo nacional y sinónimo de éxito en los Juegos Olímpicos, vive hoy una de sus peores crisis. Desde Seúl 1988, cuando el deporte fue presentado como exhibición, hasta Río 2016, con la medalla de María del Rosario Espinoza, México se acostumbró a ver ondear su bandera en el pódium olímpico. Sin embargo, los últimos dos ciclos olímpicos han sido un triste recordatorio de cómo la mala gestión puede desmoronar hasta las instituciones más sólidas.

Es innegable que el país sigue siendo un semillero de talento en Taekwondo, con una gran red de escuelas y un legado cimentado por administraciones anteriores que, a pesar de sus asegunes, no podemos negar que se mantenían los buenos resultados. No obstante, resulta alarmante cómo hemos llegado al punto de aceptar como "normal" la ausencia de medallas, cuando durante décadas fue exactamente lo opuesto.

Uno de los casos más desalentadores es el del gran atleta que nos representó en los recientes juegos, pese a tener cualidades extraordinarias, no llegó en su mejor momento a la competencia olímpica. La preparación de un deportista de élite es como un pastel que debe elaborarse con la precisión de la mejor receta a cargo del chef más experimentado, para ser servido en el día y la hora indicados. En este caso, la planificación fue deficiente, y notoriamente el atleta no llegó en su mejor forma física y mental. Esto no fue culpa del deportista, sino de una cadena de errores que comienza en los directivos y pasa por su cuerpo técnico. Si su preparación hubiera sido profesional y meticulosa, sin duda alguna habría sido medallista y probablemente finalista. No se trata simplemente de "echarle ganas"; cuando las piernas no responden, no responden, y punto, pero como en cualquier delito, como este que cometió la federación de este deporte, tiene una historia que explica cómo es que sucedió y qué faltó. Si las piernas no responden es porque la receta no fue mala, fue pésima.

El presidente de la federación en cuestión, quien ahora busca su reelección por segunda vez para completar un tercer ciclo de cuatro años, debe asumir la responsabilidad por estos pobres resultados e irse. Su gestión, lejos de capitalizar el talento que aún brota en nuestro país, ha sido incapaz de traducir el potencial de nuestros atletas en logros internacionales. Resulta doloroso ver cómo grandes deportistas, quienes deberían estar cosechando éxitos, son utilizados y expuestos a una serie de fracasos que no corresponden con sus habilidades.

Es necesario un cambio profundo en la dirección de este deporte directivos y cuerpo técnico, reconocer el fracaso y renunciar. Los atletas merecen una federación que los respalde y que potencie sus capacidades, no una que los deje varados en la mediocridad. El Taekwondo mexicano necesita recuperar su lugar en la élite mundial, pero eso solo será posible si quienes lo dirigen hoy dejan de buscar perpetuarse en el poder. La historia gloriosa de nuestro Taekwondo exige y merece mucho más que el glamour con el que viven directivos y entrenadores a costa del desperdicio de grandes atletas.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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