El gobierno de Claudia Sheinbaum desapareció —por lo menos de nombre— a la muy desprestigiada Segalmex; pero, de acuerdo con la información revelada en los últimos días, cabe la tentación de repetir errores, en tanto se busca revivir aquel proyecto de que el Estado produzca en territorio mexicano leche en polvo, que terminó llevando a la cárcel a un puñado de empresarios y funcionarios.
En la conferencia mañanera del jueves pasado, el subsecretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Leonel Cota Montaño, confirmó que “con el objetivo de reducir la dependencia del extranjero y fortalecer la producción nacional, el gobierno de México planea dejar de importar leche en polvo desde Estados Unidos”; esto, por lo que toca al cumplimiento con el programa ‘Alimentación para el Bienestar’.
Se trata de la leche en polvo que el gobierno siempre ha distribuido a través de los establecimientos Liconsa y Diconsa, que siempre se ha importado en su mayoría desde E.U. Cabe aclarar que nada tiene que ver este anuncio con el mercado privado de ese alimento y mucho menos con el de las fórmulas lácteas.
La idea de la Sader y de la nueva Segalmex, justamente conocida como Alimentación para el Bienestar —de Ma. Luisa Albores—, es consolidarse como el principal comprador de la leche fresca de los pequeños y medianos productores, para después convertir ésta en alimento en polvo, que se procesará en plantas instaladas en algún estado del país. Dicen que se ahorrarán los casi 3 mil millones de pesos que se destinan cada año a la importación del producto.
El problema es que, ya durante los primeros años de la administración de Andrés Manuel López Obrador, estas loables intenciones terminaron en flagrantes actos de corrupción; pues, en tiempos de Ignacio Ovalle como director de Segalmex, empresarios amigos del funcionario recibieron más de 8 mil millones de pesos del erario para echar a andar plantas secadoras de las que nunca se vio ni su primera piedra.
Palabras clave
Además de la ‘tranza’ que representa el recibir recursos públicos para echar a andar un negocio cuya demanda de producción está asegurada, el negocio de secar leche deja el beneficio de adquirir crema a precios muy bajos. Había ocasiones en que ésta ni siquiera se cobraba. No estaría mal preguntar de este tema a las firmas Grupo Vicente Suárez 73 y Coprolac.