El origen del odio hacia la hilarante obra “La Revolución”, de Fabián Cháirez es simple: para la mayoría de los mexicanos ser mujer es menos, por ende, que en una imagen alguien parecido a Emiliano Zapata use tacones, sombrero rosa y pose de manera femenina, lo hace menos, lo denigra, de tal forma que la pintura ofende y daña la figura del líder revolucionario. En México tenemos un gran problema con lo femenino, asesinamos mujeres, las hacemos menos, les faltamos al respeto, no les damos su lugar. Para la gran mayoría de los hombres en este país, que otro se vista de mujer o tenga rasgos femeninos es una ofensa, una enfermedad, es rechazar lo masculino, es ser inferior.
Como Fabián lo ha dicho en entrevistas recientes, en ningún momento en la pintura dice que el personaje es Emiliano Zapata (sino que se inspira en muchos personajes de la revolución mexicana) y tampoco dice que el sujeto de la pintura sea un hombre gay. No hay una bandera del arcoíris o algún elemento que lo muestre explícitamente. Lo único que el artista está haciendo, es cuestionando las ridículas normas de género de nuestra sociedad, poniendo a un hombre revolucionario en tacones. Eso fue suficiente para desatar la furia incluso de los descendientes de Emiliano Zapata, quienes dicen tomaran acciones jurídicas contra Cháirez por denigrar la imagen del jefe del Ejército Liberador del Sur.
A estos familiares de ‘El caudillo del sur’ les digo: ¿Qué van a hacer con todos los que ya tomamos esa pintura como emblema de la lucha LGBT+? ¿A los que haremos playeras con la imagen? ¿A los que defenderemos que la pintura se quede en Bellas Artes? A los que amamos a esa Zapata entaconada que, aunque su autor diga que no es Zapata, nosotros, los miembros de la comunidad, ya la hicimos nuestra. Y sí, lo digo en femenino para que les cause más escozor y para dejarles en claro que estamos cansados de las ridículas normas de género, de la violencia y la homofobia. Es increíble como un par de tacones puede hacerles perder la cabeza.
