En México muy pocas personas nos hablan de sexo. Muchas menos personas lo hacían hace 30 años y hoy sigue siendo un problema de salud, el silencio alrededor del sexo. La vergüenza nos ha quitado mucho en el terreno de la información sexual y gracias a ello tenemos problemas muy severos como el abuso sexual, la violencia de género y la homofobia. Por eso la transmisión en México de series como Sex Education más allá del entretenimiento cumple una función social, nos habla de sexo y los más importante, le habla de sexo a quien más lo necesita: los adolescentes y jóvenes.
Esta segunda temporada abre con un montaje hermoso sobre la masturbación y los hombres. El protagonista de la serie no puede quitar las manos de su pene y entregarse por completo al placer; es imposible no sentirse profundamente identificado, no importa que se trate de una historia ubicada en Reino Unido, es una situación tan universal que crea una conexión inmediata con su audiencia. Luego se enlaza con un tema que no puede ser más atinado: el pánico por contraer una infección, la desinformación y todo lo negativo que esto conlleva.
Una propuesta como Sex Education requiere de la unión de muchos factores para poderse realizar: una plataforma como Netflix, la experiencia en contenidos de una región como Inglaterra y una actriz enorme como Gillian Anderson. Con sus diferencias, en México contamos con los elementos para pensar en contenidos de esta naturaleza, nos urgen, ir más allá de las historias de narcos y las bioseries. Tenemos que hablar de sexo desde nuestra experiencia. Mientras tanto ahí esta la brillante Sex Education.
