Este fin de semana que se celebró el Año Nuevo Judío (Rosh Hashaná), según las tradiciones de esa religión, por diversos medios estuve recibiendo mensajes de su significado, invitando particularmente a la renovación, la reflexión y el arrepentimiento, tres acciones vitales en cualquier momento para el crecimiento de los seres humanos.
Según las tradiciones hebreas y judías, el pasado viernes 15 de septiembre por la tarde y hasta este domingo 17, se celebra el inicio del año 5784, con la fiesta del Yom Teruah o Día de las Trompetas (Shofar), que es la primera de las cuatro celebraciones de otoño según las costumbres judaicas.
El shofar (trompeta) simboliza el instrumento mediante el cual Dios llama a su pueblo a la oración y devoción, por lo cual, este tiempoen que se inicia un nuevo año para el pueblo judío, es momento de disponerse a estar en paz y a renovarse.
A diferencia del calendario grecorromano o gregoriano (que enmendó el juliano),basado en el nacimiento de Cristo, el calendario judío establece su inicio en lo que presume fue el nacimiento de Adán, considerado el primer hombre después de la creación divina (Génesis).
Más allá de creencias o celebraciones religiosas, en el calendario actual en México estamos por experimentar un cambio de estación, con el paso del verano al otoño, lo que para muchos simboliza la renovación de la tierra, en la que las hojas secas se caen de los árboles para recomenzar de nueva cuenta un ciclo.
En términos emocionales, el otoño suele asociarse con tiempos de soltar, desapegarse, desprenderse de todo lo viejo y lo que ya no se necesita, para dar paso a la transición de volverse a llenar con lo nuevo que viene por delante.
Así que, ya sea por el calendario estacional, por las celebraciones judías o, simplemente por un deseo de evolución permanente, lo cierto es que siempre el tránsito de una temporada a otra significa una oportunidad de renovarse, cerrar ciclos y abrirse a nuevas bendiciones por recibir.
En los caminos terapéuticos, la renovación es un fuerte y profundo proceso de transformación para cambiar el viejo yo por una nueva criatura en desarrollo, lo cual implica dar pasos firmes, con confianza y determinación.
A unos días de despedir el calor, la luz y la alegría que ello significa en el verano, mi mayor deseo es que tengamos gratitud por lo que cada uno hayamos vivido, listos para un profundo tiempo de renovación y cambio que llegará con el otoño.
