La semana pasada transcurría con cierta naturalidad, a pesar de un dolor que tenía más de un año de sentir, por lo que finalmente decidí acudir con el especialista y revisar si era algo más que cansancio muscular. A veces una sola visita al médico y una orden de estudios puede cambiar por completo la perspectiva.
Entonces se reconoce el dolor tan añejo cuando uno recibe un informe que dice más o menos así: “artrosis, condrosis, derrame articular y sinovitis acromioclavicular, a considerar osteólisis, ruptura parcial de las fibras anteriores del supraespinoso y datos de pinzamiento, tendinosis del subescapular, bursitis subacromiosubdeltoidea”.
Cuando lo leí me dije, yo sólo se que me dolía mucho el hombro y comienzas a pensar en la cirugía y todo lo que ella implica, además de irte a reposo obligado y medicamentos analgésicos. Después de 26 años ininterrumpidos de entrenar con intensidad y de 43 de cargar pesas en el gimnasio, la vida nos pone un alto.
Después de poner en orden todo para preparar la cirugía, buscar momentos de paz durante la semana y encontrarle todo lo positivo posible que una situación así puede arrojar, hoy, antes de escribir recibí la respuesta y aprovecho este espacio editorial para compartir.
La pregunté a Dios que me estaba queriendo decir y me mandó a su palabra para decirme que me está quitando un peso de encima.
“Yo libré su hombro de la carga, sus manos se libraron de las canastas. En la angustia llamaste, y yo te rescaté; te respondí en el escondite del trueno”, Salmo 81:6-7 “Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios” Salmo 46-10.
Independientemente de las décadas de ejercicio y del desgaste natural de quienes levantamos pesas, me pregunto ¿cuántos años he cargado peso de más tratando de controlar todo y de resolverle la vida a todos como a mí me gustaría? ¿cuánto tiempo he querido ser autosuficiente y cargar el mundo sobre mi cabeza para después frustrarme porque las cosas no salen como yo las ordeno? ¿desde cuándo cargo aquello que me traía angustiado o presionado?
Al estar por cerrar un año más de vida y entrar en el otoño, como escribía ayer en milenio.com, he decidido dejar atrás todo lo que ya no debe estar en mi vida y viajar libre de equipaje. ¡Gracias a Dios por quitarme un peso de encima!