Las recientes declaraciones del gobernador Alejandro Armenta Mier invitando a los narcomenudistas a abandonar el estado de Puebla, parecen un buen deseo que deberá ir mucho más profundo si quiere que se haga realidad.
El fin de semana en Campeche, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo recordó que en una de las tantas llamadas que ha tenido con Donald Trump, a propósito de las adicciones, ella comentó que es más bajo el índice que en el vecino país, debido a los valores que tenemos las familias mexicanas.
Efectivamente, la cultura es diferente, las condiciones socioeconómicas son distintas, aunque el tema del consumo de drogas sigue creciendo a nivel mundial y es un tema de oferta y demanda.
Como en cualquier mercado, si no hay demanda, la oferta disminuye o hasta desaparece.
Así que uno de los temas relevantes de los programas de atención de las causas y promoción de paz, encabezados por la presidenta Sheinbaum, que justo tiene el objetivo de fortalecer los valores de protección en la población y disminuir los valores de riesgo, como lo es el narcomenudeo, debe ir hasta lo más profundo de nuestras células comunitarias que son las familias.
Fue justo en el arranque de este programa en el municipio de Acatzingo, donde Armenta Mier pidió a los narcomenudistas que salgan del estado y busquen otra plaza, lo cual es bueno desde el punto de vista de la seguridad y el control de la venta, pero hay que irse a las causas más hondas que originan el consumo.
Muchas veces cuando padres o abuelos de familia congéneres míos (arriba de 55) se asombran de la delincuencia y del crimen en nuestras comunidades, lo primero que hago es preguntarles dónde estábamos cuando nuestros hijos o nietos comenzaron a consumir drogas, en todos los estratos sociales.
Porque esto no sucedió de la noche a la mañana ni es exclusivo de sectores marginados como a veces se quiere hacer pensar cuando se habla de adicciones. En las zonas residenciales y en los niveles socioeconómicos altos, desde finales de los 90 y principios de los 2000 se comenzó a normalizar el consumo de algunas sustancias.
Así que además de invitar a los narcomenudistas a abandonar el estado, que cada familia comience a revisar como anda el consumo en su entorno, que se ataquen las causas y que se deje de minimizar o negar un problema tan arraigado en la sociedad.