Este fin de semana tuve la oportunidad de asistir a una conferencia de mi amigo Héctor Huitzil, Mr. México 2010, en la que, dentro de un amplio índice, abordó el delicado tema del uso de la farmacología y el dopaje en el deporte que desafortunadamente está dañando a muchos jóvenes por el abuso indebido y sin control de sustancias estimulantes.
En una pausa dentro del seminario para instructores personalizados organizado por la Asociación de Físico y Fitness de Nuevo León, estuve intercambiando opiniones con este gran ponente, junto con el presidente estatal, Carlos Marrufo, coincidiendo en que la falta de información, las trampas sociales que representan en algunos casos las redes digitales, el deseo de los jóvenes de alcanzar sus metas rápido y de llegar cada vez más lejos, así como la irresponsabilidad de algunos pseudo entrenadores, está enfermando a muchos jóvenes que llegan a un gimnasio.
Si bien el uso de sustancias exógenas y presuntamente prohibidas no es algo nuevo en los deportes y particularmente señalando a los que buscan desarrollar fuerza, potencia, rapidez y musculación, en la nueva escuela, comparada con la llamada “old school”, decía Huitzil que es la variedad y cantidad indiscriminada de sustancias utilizadas muchas veces sin supervisión y sin guía, lo que está ocasionando consecuencias lamentables.
En los 70´s y 80´s cuando comenzaron a globalizarse los gimnasios y el físicoculturismo, aceptado por los mismos competidores que llegaron a la cima en aquellos años, se utilizaba un paquete muy básico que consistía en algunas dosis controladas de testosterona y sus derivados básicos.
Lo mismo sucedía en el futbol americano y en el beisbol profesional, deportes donde fue creciendo el uso de esteroides anabólicos que en esas décadas tuvieron sus primeras consecuencias y de lo cual comenzaron a hablar en los medios de comunicación.
En la actualidad, prácticamente en cualquier deporte competitivo o profesional se utilizan sustancias para mejorar el rendimiento, por lo que los casos de descalificación por dopaje son muy conocidos, incluyendo el futbol soccer en el que alguna vez Diego Armando Maradona se vio envuelto en la descalificación en una Copa del Mundo, además de que después fue revelada su adicción a otras drogas que seguramente contribuyeron a su muerte prematura con apenas 60 años.
A diferencia de otros deportes, desde los 90´s cuando en las competencias internacionales de físico y fitness comenzaron a ponerse de moda los cuerpos gigantescos y de tamaños monstruosos (freak) con el triunfo de Dorian Yates en el Mr. Olympia, lo que marcó un antes y un después de los cuerpos estéticos y simétricos a los masivos y desproporcionados.
Dentro de las causas de enfermedades y otras consecuencias por el uso excesivo de sustancias, comentaba el Mr. México, se encuentran diversos factores, desde las competencias internacionales que exigen cada vez más cuerpos llevados a los extremos insanos, la industria del fitness que promueve estereotipos de revista irreales, las redes sociales, además del mismo joven que quiere llegar por arriba de sus límites sin el esfuerzo natural que implica el desarrollo de su organismo, sin ayudas exógenas.
Además, la adicción psicológica y los síndromes de abstinencia de estas sustancias generan un círculo vicioso de consecuencias lamentables.
En este sentido, el abuso de sustancias para estimular la tiroides como el T3 y T4, los diuréticos, el uso sin fines médicos de la insulina y de la hormona de crecimiento, así como las altas dosis de testosterona, son los causantes de que existan cada vez más jóvenes con daños colaterales a muy tempranas edades, así como la muerte de competidores y atletas en el mundo.
Una felicitación a Héctor Huitzil por hablar de estos temas con preparación y profesionalismo, así como a las organizaciones como la AFFENL que promueven este tipo de seminarios que deberían ser obligatorios para dueños de gimnasios, instructores, médicos deportivos, el sector salud y los medios de comunicación, para que no nos apartemos del clásico griego: mente sana en cuerpo sano.