Falta un trimestre pero la conclusión es ya irrefutable: 2020 ha de pasar a la historia como un año de mierda. Aquí y en China. En Estados Unidos y en Europa. En Brasil y en India. Por la pandemia. Por la violencia policial. Por la agenda racial. Por la de género. Por la situación política. Por la económica.
Los daños colaterales en materia cultural son muchos; los teatros están cerrados, la producción audiovisual detenida, los museos cerrados o desiertos. Y la moda —a un tiempo artesanía, industria y arte— pareciera agonizar.
O eso pensaba hasta hace días, con el estreno
—gratuito vía YouTube: no es dato menor— de The Reconstruction, documental en el que el diseñador británico Gareth Pugh colabora con el fotógrafo Nick Knight para presentar 13 piezas de arte vestimentario —me resisto a llamarlas colección— inspiradas por, e imbricadas con, los tiempos negros que corren.
Pugh es una anomalía: mitad couturier, mitad escultor, reconocido por la crítica pero al margen del circuito comercial, sus creaciones se quieren admiradas, no vestidas. Pantalones volumétricos, salidos de una pesadilla de De Chirico, que anclan a un bailarín a tierra. Una máscara puntiagudísima que cubre todo el rostro de la modelo, devenida ave de rapiña post apocalíptica. Casacas que enfundan los brazos en tubos neumáticos pegados al cuerpo. Armaduras para mutantes en un paraje hostil.
Los vemos entreverados con hospitales y muertos, con estatuas que caen y autos en llamas, con el copete anaranjado que es metáfora de todos los mesías sordos y ciegos. Es el cadalso, no la pasarela. Es también acaso la obra de arte más relevante surgida en la pandemia.
Las piezas no se venderán ni se cobrará por ver el documental, pero hay a la venta una línea de camisetas estampadas con las perturbadoras imágenes, y una campaña de una firma de cosméticos inspirada en el proyecto. Las ganancias serán donadas a víctimas de violencia doméstica. Sin embargo, hay también en el modelo de negocio una esperanza de futuro para una industria golpeada.
La moda deviene arte, el arte activismo, el activismo mercadotecnia. Es la nueva anormalidad.
Instagram: @nicolasalvaradolector