De acuerdo con Canaco Monterrey, el gasto promedio que tendrán las familias por cada alumno que vuelve a clases es de tres mil 800 pesos. A ello se sumarán toda serie de erogaciones en el ciclo escolar que seguirán cimbrando la economía de los hogares que, aunque lo resienten, no dudan en desembolsar, porque la educación sigue siendo la gran promesa de futuro y el dinero que se le destina se percibe como inversión.
Por supuesto, prevalece también la idea de que cuanto más se escale en la escolaridad, mejor es el destino que se está labrando. Sin embargo, la velocidad con la que se transforma el contexto vuelve cada día más difícil generar planes de estudio que respondan, no a las necesidades del momento en el que surgen, sino a las que habrán de presentarse al tiempo que egrese el estudiante. Ya no digamos la tarea casi imposible de que lo aprendido se mantenga vigente a lo largo de su trayectoria laboral; el contador o el abogado que una vez graduados estaban capacitados de por vida para ejercer dicha profesión han dejado de existir.
Pero los estudios universitarios son buques pesados difíciles de girar, por lo que la adecuación de la formación superior a contextos cambiantes solo puede lograrse a través de intervenciones creativas y osadas. Hace ya tiempo que en nuestro estado coqueteamos con una de ellas: la educación dual. Un acompasamiento entre teoría y práctica que permita aprender haciendo. Esa fórmula es un éxito desde hace muchas décadas en Alemania y Suiza, pero ha encontrado dificultades para establecerse a cabalidad por nuestros rumbos. Eso es extraño, porque contamos con instituciones educativas de excelencia y una industria sólida, las cuales, ciertamente, mantienen un diálogo constructivo. Pero formar en conjunto a las juventudes es más que hablarse, requiere que la industria “eduque” y que las universidades “produzcan”, es decir, que cada uno haga propia la misión del otro.
La noticia que dieron a conocer ayer Coparmex y el grupo educativo Talisis en el sentido de que irán juntos, renueva la esperanza de que, ahora sí, esta apuesta va en serio. Esperemos que así sea.