Este 11 de octubre se conmemoró el Día Internacional de las Niñas. Pobres entre las pobres, las mujeres menores de edad requieren atención urgente y temo que una jornada al año esté lejos de ser suficiente para recordárnoslo. A quienes estén pensando que esto es una moda, o que el Día del Niño debería bastar para abarcar a todas las infancias independientemente de su sexo, va un solo ejemplo de la situación particularmente vulnerable que enfrentan las menores en nuestro país: hay etnias –en Jalisco, por ejemplo– que establecen una prelación dentro de la familia para la hora de comer: primero los varones, luego las mujeres madres de familia y al final las niñas. Evidentemente, en una situación de pobreza como la que prevalece entre nuestros pueblos originales, eso es condenarlas a la desnutrición. Eso es también empujarlas a parir a cambio de un pan.
Pero allí no se detiene su discriminación, al encontrarse en la intersección de dos grupos en situación de vulnerabilidad, las niñas son herederas de las inequidades vividas por las mujeres y las sufridas por los infantes. Al igual que sus congéneres adultas, una inmensa proporción ha sido víctima de, al menos, un tipo de violencia y al igual que cualquier niño son sujetas de abuso por parte de los adultos.
Pero su margen de maniobra es siempre menor que el de cualquier otro grupo demográfico: su deficiente o nula educación sexual, el desconocimiento de las opciones con las que cuentan, su poca autonomía de desplazamiento, así como su biología que les implica el embarazo como consecuencia hacen que las repercusiones de los abusos sufridos sean mucho mayores de lo que lo son para los niños varones o las mujeres adultas. Por eso se convierten en niñas teniendo bebés. Por eso constituyen el 55 por ciento de las desaparecidas. Por eso 45 mil fueron madres entre los 15 y los 17 años, con lo que nos ubicamos en el primer lugar mundial de incidencia de este terrible fenómeno. Por supuesto no escapan tampoco a la versión extrema de la violencia hacia las mujeres que es el feminicidio, y no cesa de aumentar. Mientras que el primer trimestre de 2021, 19 mujeres de menos de 17 años fueron asesinadas, en los mismos meses de 2022 esta cifra se elevó a 29.
En Irán la población entera, liderada por sus mujeres lleva semanas haciendo la revolución indignada con el régimen por el asesinato de una joven… mientras que aquí observamos impávidos cómo las exterminan. ¿Hasta cuándo?
Miriam Hinojosa Dieck