Tres noticias conviven en el número de ayer del periódico francés Le Monde. Las une más que su simultaneidad, aunque pareciera que nadie se da cuenta.
Por un lado, un reportaje acerca de cómo los servicios hospitalarios de pediatría se encuentran desbordados (en más de un sentido) por ingresos de adolescentes con intentos de suicidio. Personal que se formó pensando que estaría a cargo de atender a recién nacidos en proceso de incubación o a preescolares con alguna enfermedad grave, se ven de pronto obligados a, con urgencia, aprender cómo ser el servicio de primera línea de chicos de entre 12 y 15 años gravemente afectados en el plano psiquiátrico, y que son un riesgo para sí mismos y para los demás.
Saber atender la inmediatez, retirar todo riesgo circundante (en salas preparadas para otro tipo de atención y que por lo tanto desbordan de objetos que podrían ser utilizados para hacerse daño), acompañar el proceso de readaptación mediando entre la necesaria supervisión permanente y el respeto a la intimidad de estos menores, son las habilidades de las que se han tenido que dotar médicos, enfermeras e instructoras.
En otra nota se anuncia que la pena máxima, correspondiente a 20 años de prisión, fue la sentencia que un juez dictó a un menor de 16 años por el asesinato de su pequeña vecina de apenas cinco años. La premeditación del hecho, la vertiente sexual que tuvo su crimen y la evidencia psicológica de nula capacidad de reinserción social fueron los elementos que llevaron a que se le juzgara como a un adulto. Apenas un año antes se le había seguido juicio por agresiones sexuales a otros menores y, tras un tiempo en completa reclusión, había sido devuelto a la custodia de sus padres; lo cual, evidentemente, no fue la decisión correcta.
En ese marco, la tercera nota. La promesa hecha por el presidente Macron de llevar a cabo este mes de junio un gran consejo nacional con el tema de salud mental, propuesta inspirada fuertemente por la crisis que existe entre las juventudes, tuvo que anularse debido a las restricciones que impone el proceso de elecciones anticipadas a las que fue convocado el pueblo francés. No hay peor sordo que… un político en campaña.