Política

Justicia ignaciana

Barcelona, 23 de junio de 2000. Un escalón, una columna, una placa en el templo de Santa María del Mar recuerdan que en ese punto se sentaba San Ignacio de Loyola a tender la mano para pedir limosna. El santo viajó a Barcelona a estudiar, y en esa zona también otros alumnos solicitaban apoyo. La imagen me conmovió y me habita desde entonces. Siempre he visto a San Ignacio como un gigante, me costaba imaginarlo apocado al pie del escalón vistiendo algún sayal sucio, duro, raído. Me resultaba difícil imaginarlo viendo hacia arriba para cruzar la mirada de quienes se acercaban a poner alguna moneda en su mano.

Veo ahora cómo los templos siguen teniendo esa multiplicidad de funciones desde la perspectiva ignaciana: lugares de culto, pero también de acción. Seguramente Ignacio oraba desde aquel borde de piedra, pero buscaba la misericordia de Dios en los ojos de quienes aceptaban ayudarlo. Asimismo, en pleno siglo XXI, esa educación buscada por Ignacio en la capital catalana es la misión de las universidades de excelencia con las que la orden cuenta alrededor del mundo. La lógica militar con la que el santo concibió la comunidad a la que convocó, está presente en la conciencia social que es la impronta de quienes estudian en sus instituciones y que, por traerla metida hasta la médula, son incansables buscadores de la justicia.

Leí las líneas que el rector de la Universidad Iberoamericana –la más grande en México de la familia jesuita– dedicó a los terribles sucesos acontecidos en un templo de su orden en la Sierra Tarahumara. Mientras el corazón se encoje de tristeza, el cerebro se regocija por la pluma excelsa. Las palabras del padre Luis Arriaga, S. J., han sabido mostrar el sinsentido terrenal de la pérdida violenta, a manos del crimen organizado, de dos de sus hermanos; sin por ello restar ni un ápice al regocijo de saberlos en presencia de Dios por haber buscado la justicia en este mundo. Justicia terrenal a la que él tampoco renuncia pidiendo la aclaración de los crímenes, pero manteniendo la generosidad ignaciana de solicitarla, no para sí, sino para todos los mexicanos que, como ellos, sufren los embates de un país que es todo menos seguro.

Miriam Hinojosa Dieck

Politóloga* [email protected]


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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