Hirving Lozano ha cambiado la imagen que se tenía de él en estos primeros partidos en el Nápoles, en lo que es su segunda temporada. No fue sencillo, pero el mexicano consiguió lo que pocos pensaban: mantenerse y dar resultados, con toda la presión que representa ser el fichaje más caro en la historia del conjunto italiano.
Varios creyeron que al cerrar la temporada pasada en un nivel tan bajo y, sobre todo, al dar la impresión de que no era del agrado de Gennaro Gattuso, se vería obligado a salir de la institución; sin embargo, Lozano se dedicó a trabajar y consiguió la confianza de su estratega; hoy, parece difícil creer que hace unos meses el técnico lo echó de un entrenamiento por falta de intensidad.
Si hay algo que se le debe reconocer al futbolista es que no es de aquellos que da de qué hablar con situaciones extra cancha. Se ha mantenido siempre al margen de los escándalos. Si se habla de Lozano es por sus actuaciones, buenas o malas, pero solo por esos detalles que tienen que ver con la cancha.
Hace tiempo, Jesús Martínez, presidente de Grupo Pachuca, nos platicó en MILENIO-La Afición tres aspectos que siempre llamaron la atención en su formación con los Tuzos. Primero, su calidad indiscutible, su velocidad, drible, visión de campo y la contundencia que tiene lo colocaron como un jugador valioso. Segundo, la humildad con la que siempre se desenvolvió, las travesuras que hacía a sus compañeros para mantener el buen ambiente. Y, por último, la madurez que adquirió al ser papá muy joven, la misma que lo mantuvo ubicado y enfocado en sus objetivos deportivos, sin dejarse llevar por la fama cuando ésta llegó.
Ese ha sido el Hirving Lozano, un futbolista que entendió sus errores y se dispuso a trabajar para ganarse un lugar en el Nápoles; y aunque todavía le falta para consolidarse, como en su momento lo hizo con el PSV de Holanda, parece que ya redirigió su camino.