Política

Los primeros cien días

Para muchos no es de extrañar que la presidenta Sheinbaum haya llegado con tan buen “rating” al cumplirse sus primeros cien días al frente del gobierno de la república. Podría decirse que las condiciones generales definitivamente no están para lanzar cohetes al aire ni mucho menos: la economía se encuentra doblegada a una muy relativa estabilidad cambiaria, el gasto público se ve desbordado a corto plazo, la infraestructura y obra pública bastante limitada, los recursos y participaciones a los estados estancados y falta por ver en la práctica qué camino definitivo se emprenderá para combatir delincuencia y crimen organizado, aunque todo indica que está por caer la política del sexenio anterior de “abrazos, no balazos” para centrar un combate, ahora sí, al hampa y a los cárteles del país. Y por si fuera poco, estamos a unos cuantos días de que asuma el gobierno de Donald Trump con toda una carga de amagos y quizá de inmediato acciones ejecutivas que podrían trastocar la estrategia “humanista” en cuestión migratoria. No, la verdad es difícil ver en todo ello el aplauso consensuado de la población y entonces surge la contradicción entre lo que sucede en la realidad y lo que ve la mayoría de los mexicanos.

Hay, pues, un sentido de benevolencia podría decirse, de esperanza o de expectativa ya que lo que en el fondo acontece es que aún hay satisfacción por la continuidad de los programas sociales que se otorgan en metálico y de manera directa. Esto es a todas luces lo fundamental para que se mantenga esa opinión ya que, al cambio de gobierno, con todo y que sea una secuela de lo anterior, se abrigan temores de que esto se modifique. Por otro lado no es explicable tanto beneplácito si en materia de salud, por ejemplo, son pocas, muy pocas las obras que estarán dedicadas a la atención de esta necesidad primaria, al igual que el otorgamiento de medicamentos que fracasó estrepitosamente con López Obrador y con su falaz y cuestionado seguidor, todavía sobreviviente en la nómina federal, Hugo López Gatell. Aparte se ha resentido la infraestructura en el transporte, los cientos de miles de millones invertidos en el tren maya (por bonito que parezca), el tren transoceánico del que ya no se dice nada, el AIFA que, proyectado como terminal aérea más importante del país, habrá de acabar como aeropuerto alterno, la refinería que no termina de arrancar su producción, etcétera.

Todo ello ha sido, sin embargo, percibido ya en su totalidad por la presidenta Sheinbaum, fue el motivo de la reunión bastante trascendente con los sectores productivos y empresarios de primer nivel luego, apenas a la mañana siguiente del “informe” en el zócalo capitalino, A la empresaria jalisciense Altagracia Gómez, se debe el éxito de dicha reunión en la que, de nueva cuenta, se hicieron promesas de fuertes inversiones para preservar el empleo. Quizá lo más relevante, hay que considerarlo, es el hecho de que hubo de mantener en suspenso la iniciativa para reformar el INFONAVIT, lo que de suyo atentaría contra los fondos de trabajadores, aportados también por los patrones, y que provocarían un verdadero sismo, especialmente en quienes son legítimos dueños de tales recursos, o sea, como lo dice su propia denominación, es un fondo nacional que pertenece a los trabajadores. Hay una actitud de jactancia del gobierno federal en cuanto a recursos que no le corresponden esencialmente al erario. Así se eliminaron otros fondos y fideicomisos, pero ni duda cabe de que asumir los fondos de INFONAVIT provocaría un recelo que no se apaga con la construcción de viviendas (un millón promete Sheinbaum) ya que todos saben que a fin de cuentas en Jalisco y en todo el país, demasiados miles de casas habitación hasta ahora siguen abandonadas.

Pero, sin duda, la principal interrogante está ya a la vuelta de la esquina con la toma de posesión de Trump. Este, acostumbrado al arrebato en decisiones trascendentales, quizá ya en el poder aplique alguno que otro freno ya que una deportación masiva, como lo asegura, terminaría, lo más probable es que se revierta en producción de bienes y servicios en los propios Estados Unidos. Trump, a unos días, se frota las manos por dar un golpe demoledor a la migración, mientras que en México la postura gubernamental es punto menos que una verdadera guerra por la dignidad patria, según las palabras de la presidenta que recurre hasta la letra del Himno Nacional para enarbolar banderas. De seguro nada le quita el sueño a Trump en estos momentos y quizá hasta pase por alto ciertos deslices mexicanos como lo es el haber enviado representante a la toma de posesión de Nicolás Maduro (¿estrictamente había necesidad de ello?) o la continuada política de apoyo a dictaduras como la de Cuba (con crudo gratis, o casi), a sabiendas de que Biden aguantaba todo pero de seguro no lo hará Trump quien se enfocará, y mucho, en atacar a los cárteles de narcotraficantes.

El hoy polémico expresidente Ernesto Zedillo dijo que en México hay un “cacique oculto” en Palacio (¿habrá quien lo niegue?), Ojalá, ya es tiempo, de que a cien días, Sheinbaum se deje de contemplaciones con su líder forjador. De otra forma, los aplausos se irán apagando paulatina pero seguramente.


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Miguel Zárate Hernández
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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